Por Manuel Vera Tudela

 

En el 2008, luego de quince años de supremacía, el disco compacto agonizaba. La gente compraba menos, descargaba más. Las disqueras y los artistas no sabían bien qué hacer y ya se hablaba de una crisis en la industria musical. En ese año apareció Spotify para cambiar nuestra forma de escuchar música.

Hoy accedemos a millones de canciones y artistas de todos lados del mundo a muy bajo costo, desde cualquier lugar. “Nuestra misión a día de hoy sigue siendo la misma: ayudar a más personas a escuchar más canciones ofreciendo la experiencia musical definitiva a fans y artistas alrededor del mundo. Todo lo que hacemos está guiado por nuestro amor por la música”, escribe Spotify en su sitio Inside Music. Suena romántico, ¿no?

Lo cierto es que Spotify está disponible en 65 países, tiene aproximadamente 157 millones de usuarios que navegan en un océano de 35 millones de canciones y 2 millones de listas de reproducción. Fue fundada el 7 de octubre del 2008 en Estocolmo, Suecia, y tal ha sido su peso en la industria que los grandes como Universal Music, BMG, EMI Music y Warner han firmado contratos con ellos. Al Perú ingresó oficialmente en el 2013.

En ese año yo asistía a una charla sobre industria musical. Venía con el sesgo de que mis propios discos físicos no se vendían y repitiendo el estribillo de que sí, la industria musical estaba muriendo. Aquella vez nos habló Iván Cock, representante de Gianmarco, quien estaba más emocionado de lo que según yo la situación ameritaba. Nos preguntó si creíamos que la industria musical estaba muriendo y todos dijimos que sí. En pocos minutos nos explicó que la industria estaba más sana que nunca y que lo único que había que hacer era adaptarse. El nuevo mundo era el streaming.

Spotify impone sus condiciones

Para disfrutar el catálogo, Spotify ofrecía desde sus inicios en nuestro país una versión gratuita, con algunos anuncios comerciales y sin la posibilidad de elegir el orden de las canciones, lo cual ya alteraba bastante la experiencia del usuario si la comparamos con otras plataformas gratuitas de música en streaming, como YouTube o el ya desaparecido GrooveShark. Para poder navegar libremente había la opción Spotify Premium, que por menos de 40 soles al mes te daba soberanía total sobre el catálogo musical y con mejor sonido. Además, podías escuchar sin conexión los discos descargados para no consumir tus datos móviles.

Spotify también sirvió de hoja de ruta para leer el comportamiento de la audiencia. Dedujo cómo alteraban la escucha las tendencias, los movimientos sociales, las modas…; ahora podían saber qué días se escuchaba qué determinado grupo. Internet permitía segmentar y datificar cada usuario arrojando cifras exactas e inmediatas y creando perfiles precisos del oyente de música online. Así se descubrió que los oyentes escuchamos alrededor de 40 artistas diferentes a la semana y que ahora queríamos más en menos tiempo. Charlie VTW, de la banda peruana Los Outsaiders, comenta: “Nos interesa mucho más saber que la gente nos escucha desde donde sea que esté y que podamos medir cada día ese alcance para ver en qué podemos mejorar”. Spotify logró cuantificar la música al instante, de manera universal y a un costo mínimo. Los beneficios derivados de cada escucha se pueden monetizar de otra manera.

“El crédito es de los artistas que crean toda esa música genial que la gente ama. Estamos ayudándoles a conectar con mayores audiencias más rápido”, escriben en Spotify Inside Music. Mucha de la música que los usuarios escuchan en Spotify está organizada en listas de reproducción, que las realiza la propia plataforma. Están los playlists: Descubrimiento Semanal (lanzada en 2015), Fresh Finds (2015), Daily Mix (2016), Summer Rewind (2017) y Cápsula del Tiempo (2017), entre otros.

Lo que más desea un artista independiente es entrar a una lista de reproducción para que lo encuentres. Esta es posiblemente la mejor vía para ser encontrado en este universo de música. Por cada reproducción (al menos 30 segundos de escucha para monetizar) un artista recibe entre 0,006 $y 0,0084$. Es decir, con 1,200 reproducciones alcanza el precio de un disco físico. Por eso, hoy sigue siendo el gran negocio hacer conciertos, vender entradas, camisetas, etc. Nuevos tiempos y viejas costumbres: la música online en realidad no ha cambiado mucho las condiciones de supervivencia de la música independiente en nuestro país.

De hecho, la gran mayoría de artistas no vive de lo que genera en Spotify (Taylor Swift, por ejemplo, retiró sus discos en el 2014 porque no ganaba suficiente, aunque luego los volvió a colgar por agradecimiento a sus fans). “Yo creo que hay muchas maneras de hacer una carrera musical, además de los caminos que la industria establece, pero sí es útil estar en Spotify”, comenta la cantautora peruana La Lá para esta nota. “Sin embargo, a la escala de difusión que tengo yo, no puedo vivir de mis ingresos por Spotify”.

¿Se puede vivir de Spotify?

Lo que importa en realidad es estar dentro de la plataforma porque entre los miles de discos que la gente escuchará uno de ellos será el tuyo. Aquella persona podría convertirse en seguidor, o en palabras de industria, comprador potencial. “Todo ingreso es importante para un artista y cada medio de difusión colabora con la llegada de tu trabajo a los oídos de la gente y ese considero que es el beneficio principal”, nos cuenta Marcello Motta, del grupo Amén, según su propia experiencia. “Todos puede ser positivo. Además, así se evita la piratería”.

Camilo Vega, Country Manager en Perú del agregador digital Altafonte, respondió así a nuestra pregunta sobre si se puede vivir de la música con Spotify: “Dependerá muchísimo de lo que cada uno entienda por ‘vivir de la música’. ¿Una casa, automóvil, familia, seguro médico particular, educación particular, viajes y jubilación justa? Prefiero sugerir a toda persona involucrada con la gestión cultural/musical que piense en diversificar sus fuentes de ingreso dentro de la industria. Una diversificación precisa, bien planificada, puede ser la fórmula para que cada uno pueda vivir su vida por y para la música”. En otras palabras:  el streaming es solo una manera más de generar ingresos.

“Pienso que nuestra música debe estar al alcance de todo fan o potencial oyente, es importante existir en la cabeza de ellos y mientras más exposición haya, mejor”, comenta Charlie VTW sobre la importancia de esta herramienta para Los Outsaiders. “Quizás esto cambie en uno o dos años, pero en el 2018 es una herramienta básica si quieres que tu música tengo acceso sencillo. A nosotros nos da un ingreso importante, pero no es algo trascendental. Preferimos tomarlo como un extra. Tenemos claro que como músicos latinos no vamos a comer gracias a Spotify”.

Nuevos paradigmas para la música

¿Cuál es el futuro de Spotify o hacia dónde va esta rápida carrera de la industria musical? Camilo Vega augura la solidificación de Spotify y dos vías en la industria, una de la oferta mainstream de los sellos y otra independiente marcada por la customización: “Spotify está a punto de cotizar en la bolsa de valores y cada vez está más cerca de la recuperación de todo su capital semilla.  Creo que tendrá una etapa de consolidación financiera y territorial. Asimismo, se adaptará cada vez más a las necesidades de los músicos, marcas y usuarios. En la industria musical, en general, habrá dos grandes torrentes: por un lado, los grandes sellos internacionales seguirán intentando dominar y condicionar el mainstream. Pero, por otro lado, el descubrimiento y consumo de la música estará muchísimo más customizado, persona por persona, y en función de sus actividades y emociones diarias. Será interesante ver cómo conviven estas dos grandes maneras de promover y consumir música”.

Por otro lado, gracias a iniciativas como Spotify las barreras territoriales y temporales irán cayendo y la música cada vez será más universal. “Identificar a qué territorio corresponde una producción musical será menos importante. Asimismo, dar un concierto no dependerá de que la banda viaje hasta el territorio en cuestión. Las canciones seguirán disminuyendo su duración. Ya es normal escuchar canciones por debajo de los tres minutos. Pero esto será una constante en los próximos años. Asimismo, los géneros musicales se diluirán más y seguirán siendo reemplazados por música asociada a actividades o emociones”, concluye Camilo.

¿Y después qué, entonces? Seguir cambiando, adaptándose… Lo único que deseo profundamente es que en esta ola de cambios, lo que nunca cambie sea el poder de una buena canción.