Estamos siguiendo de cerca los derroteros de Ediciones Equidistancias, la nueva editorial aparecida en el 2022 que publica simultáneamente en Buenos Aires y Londres. La novela que inauguró el catálogo es Una conjetura sobre el Alcántara del argentino Andrés Tacsir, quien hace unos años regresó a su país después de más de quince años de estadía en España y Gran Bretaña. Aquí nuestra conversación con él


Andrés, sabemos que esta, que es tu primera novela, fue publicada hace unos años en Europa aunque era imposible conseguirla en la Argentina por las características de la industria editorial actual. ¿Por qué te interesó la propuesta de reeditarla en la Argentina?

Cuando uno termina un libro siempre se queda con la sensación de que algo faltó, de que se podría haber hecho mejor. Y la oportunidad de republicar mi primera novela en equidistancias me dio la libertad de hacer eso que normalmente no podés hacer después de que el libro está publicado. Así que hice algunos cambios sobre la primera versión; el primero de ellos el título, que pasó a ser Una conjetura sobre el Alcántara en lugar de RMS Alcántara, que quizás era un título muy críptico; además reelaboré el capítulo final y aproveché para hacer algunos ajustes a los personajes. Pero lo más importante es que me pareció que la novela tenía el perfil exacto para la propuesta editorial de equidistancias, era un libro “escrito afuera” (durante los años en que viví en Londres), pero sobre todo el tema tenía una relación muy directa con los diversos caminos y motivaciones que adopta el moverse de un país a otro, de migrar. Un asunto que, por supuesto, tiene mucho que ver con la formación e incluso con la actualidad de nuestro país. Y entre las motivaciones, por supuesto, está la de que así podría ser comprado y leído en mi país.

La novela sin duda fue elegida para iniciar el nuevo sello por sus características intrínsecas: vos sos parte de una familia que llegó al país con la inmigración en los años veinte del siglo pasado, y en el siglo XXI hiciste lo que tantos nietos: te fuiste a Europa. Alguien bromeaba sobre ese fenómeno actual diciendo que “Europa nos mandó a los abuelos y ahora la Argentina le devuelve a los nietos”. Y la novela en gran medida también habla de eso.

Claro, la novela habla de varias historias de migración. Una es la de Saúl Wraumansky, un judío polaco que es el abuelo del protagonista, que llega a la Argentina en los años de la gran ola inmigratoria, y lo que se cuenta es su historia, aunque también hay una parte de la historia que nunca se cuenta y es el gran desafío con el que se enfrenta Ariel cuando por determinadas circunstancias se ve envuelto en una investigación personal sobre ello. Ariel Tauber, el nieto y narrador, es el otro inmigrante, el que casi un siglo más tarde emigra de la Argentina para Europa, ya en otras condiciones respecto a su abuelo, es un migrante con formación, con inserción relativamente cómoda en un mercado profesional global. Y en un viaje de vacaciones empieza a encontrarse -al principio por casualidad- con una serie de piezas que lo van conduciendo a rearmar la historia conocida de su familia. Lo que lo lleva a tratar de componer un puzzle donde faltan ciertas fichas, donde no siempre -como en la historia de toda familia- las cosas son lo que parecen. Y encima, aparece un miembro de la familia, León Wraumansky, el tío de Ariel, que ha desaparecido de la historia en circunstancias que nunca estuvieron claras. En ese camino, Ariel no solo va reconstruyendo la verdadera historia de su familia sino incluso la suya propia. Y tal vez, la de este país. Pero ¿qué es una “verdadera historia”? Y por otra parte ¿siempre vale la pena saberlo todo?

Cierto. Es curioso, ahora que reconstruir las historias de nuestros ancestros nos lleva incluso -los que pueden- a conocer las aldeítas europeas en donde crecieron, ellos casi no hablaban de su vida anterior. Había como un secretismo extraño alrededor de eso, no hablaban de ello con sus hijos y ni siquiera con sus nietos. Como si se hubieran forzado a empezar de cero en todo sentido.

En cierta forma la novela habla sobre eso: la capacidad de aquellos inmigrantes que llegaron a integrarse en el país, para empezar de cero. Y no me refiero solamente a la economía, sino a sus propias vidas: reinventarse desde una especie de pasado anónimo, al que raramente se refieren incluso en la relación con sus propios descendientes. Y en cierta forma, aunque tal vez con diferente intensidad, el migrante “de vuelta” que es el caso actual, también tiene esa tendencia a reinventarse, a crearse una vida nueva, una forma diferente de relacionarse con la gente, etc.  Es interesante reflexionar sobre ese fenómeno. Así que yo diría que si hay un síntoma común entre nuestros abuelos venidos de Europa y nosotros yéndonos a Europa, es esa capacidad de reinventarse como si antes no hubiera habido un pasado.

Llegado a este punto, es inevitable preguntarte si creés que vivir afuera efectivamente llega a incidir de una manera importante en tu forma de escribir.

Vivir afuera te cambia la forma de vivir en muchas dimensiones. Y por supuesto, también te cambia en muchos aspectos la forma de escribir. Yo viví unos tres años en Madrid y después más de trece en Londres, e incluso en España, que tiene la misma lengua, el uso de palabras, de expresiones, sobre todo en la relación diaria con la gente, es muy diferente y te condiciona. Y en Inglaterra es más complejo todavía, porque vas perdiendo por un lado la cotidianeidad de tu lengua, y te relacionás además con gente de otros países de Latinoamérica que tiene sus propios usos y expresiones. La vida, en general, se te vuelve más anárquica, menos previsible. Y uno va absorbiendo cosas que en una vida más estable como es la que tenés en tu país quizás no las absorbés, las experiencias de las vidas de otros, los libros que leen -porque cada cultura tiene sus propios circuitos de lectura-, y por el contrario sabés poco de lo que se está escribiendo en tu país de origen, te desconectás forzosamente. O sea, no solo te modifica el lenguaje, sino la forma de ver las cosas. Y eso, por supuesto que incide en lo que escribís.

Después de mucho tiempo, vos decidiste volver a vivir en Buenos Aires. ¿Cómo sentiste esa reintegración a nuestro campo cultural?

Es interesante la pregunta. Yo estuve más de quince años afuera, y aunque cada vez que volvía a la Argentina me llevaba todo lo que podía de nuevos autores y eso, igual tenés una visión muy parcial de lo que estaba ocurriendo aquí. Y cuando volví y empecé a intentar actualizarme, me di cuenta de que efectivamente aquí se escribe distinto, las temáticas son distintas, las formas de expresar las cosas son distintas. Por ejemplo, cuando volví empecé a participar en clubes de lectura y actividades de ese tipo, y me di cuenta por ejemplo de que aquí se le da una importancia suprema a la caracterización psicológica de los personajes, de si todas sus actitudes en el libro son coherentes con esa caracterización, etc.

En cambio en Londres, donde había participado también mucho de ese tipo de foros de lectura, el acento se ponía mucho más en la estructura, en el aspecto digamos “ingenieril” de cómo un autor elige y resuelve la trama y el uso del lenguaje.

Finalmente, ¿qué lector te imaginás para tu novela?

Mi sensación es que la literatura que escribo puede resonar especialmente -por supuesto- en quienes experimentan o experimentaron la inmigración, pero también en un público como el argentino, en el que la temática de la inmigración todavía está muy presente, sobre todo la de la inmigración originaria, la de casi todos nuestros abuelos o antepasados. Hay en las últimas generaciones un interés especial en conocer ese pasado. Por eso, pienso que esta novela en particular será interesante para todos aquellos que piensen que la inmigración ha sido un hecho relevante en sus familias. Obviamente, es una novela que requiere un esfuerzo, porque me interesa no solo la temática sino las técnicas literarias que uso, es el entrecruzamiento de varias voces, de varias historias, pero enhebradas en el eje común de la mirada de Ariel Tauber. Así que me imagino un lector interesado en la inmigración, pero que al mismo tiempo aprecie la buena literatura y esté dispuesto a leer con tranquilidad y no simplemente seguir la historia.


Una conjetura sobe el Alcántara, Andrés Tacsir, Ediciones Equidistancias, Buenos Aires-Londres, 305 páginas. Disponible en formato digital Kindle e impreso en sistema on-demand, en catálogos, plataformas y librerías de diversos países que pueden localizarse en equidistancias.com/comprar.