La directora peruana Melina León acaba de lanzar una campana de crowdfunding en Kickstarter (puedes chekarla y contribuir desde aquí) para la realización de Canción sin nombre, su primer largometraje. Conversamos con ella sobre la relevancia de esta nueva aventura cinematográfica y sus inicios en el cine.

Hola, Melina. Acabas de lanzar la página Canción sin nombre, anunciando tu primer largometraje. ¿De qué trata la película?

El hilo conductor de la historia es un caso real de tráfico de niños que sucedió en los años ochenta en Lima. La peli es sobre los personajes que fueron testigos y víctimas directas de este crimen. También es una exploración de lo que vivimos en esos años, con la hiperinflación y el terrorismo. Es una ficción pero inspirada en estos casos que sucedieron.

¿Cómo surge el interés por la historia de Canción sin nombre? ¿Qué importancia tendría en el contexto peruano actual?

El interés surge porque mi padre, el periodista Ismael León, escribió sobre estos casos. Y un buen día, como 25 años después, recibió la llamada de una mujer francesa que había sido una de las bebés robadas y había regresado a Perú a conocer a su madre. Me pareció increíble y pensé que hacer una peli con este tema valdría la pena.

En el contexto actual, el tráfico de personas es el crimen que más dinero mueve en el mundo, incluso por encima del narcotráfico. Y actualmente en el Perú la situación continúa y es especialmente grave en Cusco y Madre de Dios, donde se trafica para explotación sexual y laboral, así como adopciones ilegales.

Por otro lado, recordar los años ochenta es sumamente importante por un montón de razones. En primer lugar porque el principal responsable de la debacle que vivimos en esos años es candidato a la presidencia por tercera vez. Además, creo que las causas de la lucha armada, la brutalidad del terrorismo, la injusticia del sistema económico, la violencia de los militares, todo eso sigue vigente, lo vemos a cada rato. Mucho poder acumulado en pocas manos, corrupción, etc. La crisis de los ochenta nos acercó al abismo así que por nuestro propio bien deberíamos seguir preguntándonos qué pasó y por qué y cómo haríamos para que no vuelva a suceder.

En el teaser vemos una fotografía  en blanco y negro ¿Por qué elegiste este formato?

Mi recuerdo de los años ochenta es en blanco y negro porque las fotos de los diarios en esa época eran en blanco y negro. Aún no se imprimía fotos a color en los periódicos. Yo era una niña y en mi casa leíamos La República siempre porque mi papá trabajaba ahí. Antes de saltarme a la sección de deportes, cultura  y espectáculos, me detenía un rato a mirar a los muertos por atentados, las balas en los autos, las casas destrozadas por las bombas.

Según la ficha técnica, te acompañan en esta película otros artistas peruanos reconocidos internacionalmente, como Inti Briones (dirección de fotografía) y Pauchi Sasaki (música). Además, participarán coproductores de otros países como EEUU, España y México. ¿Nos puedes hablar un poco del equipo? ¿Cómo se involucran en este proyecto?

A Inti tuve la suerte de conocerlo a través de dos amigos cineastas muy queridos: Raúl Gallegos y Nené Herrera. Yo estaba en pre-producción de mi corto El Paraíso de Lili, mi tesis de graduación para la Columbia University y estaba en Lima tratando de armar mi equipo. Y fueron esos amigos que me hablaron de Inti y nos presentaron. Fue una enorme suerte para mí que Inti tuviera el tiempo y la disposición de trabajar en ese proyecto y claro que le pedí que fuera el fotógrafo de mi primer largo.

A Pauchi la conocí en San Francisco, a través de otra amiga peruana, Claudia Cuentas. Justo dio la casualidad de que necesitaba música para mi corto Girl with a walkman y en ese viaje escuché tocar a Pauchi  y de inmediato me fascinó su trabajo. Y así una de las piezas que usé en ese corto fue El Cuarto Blanco de Pauchi. Por cuestiones de co-producción aún no definimos exactamente cómo será su participación en la peli pero de todas formas estará involucrada. De hecho, ya compuso la música que estamos usando en nuestro primer teaser y en el video de Kickstarter. Además de que siempre cuento con su valioso ojo de cineasta también. Tenemos planes de co-dirigir un documental que se llamará Sho muy pronto.

Estás lanzando una campaña de recolección de fondos a través de Kickstarter, una plataforma que permite hacer donaciones para el proyecto. ¿Quiénes pueden apoyar? ¿Cuál es la meta de la recaudación y cómo funciona?

Necesitamos el apoyo de todo el mundo. Aceptamos aportes desde $5 hasta $10,000. No hay contribución pequeña, la empresa de hacer una película es tan compleja y cara que toda colaboración es más que bienvenida. La plataforma funciona muy fácil, solo hay que darle click al botón verde que dice Back this Project y elegir una categoría de donación. Todas las donaciones tienen su premio/recompensa.

La meta de la recaudación es $30,000 y si no llegamos a la meta hasta el 6 de enero todo el dinero recaudado regresa a los contribuyentes.

En tus inicios trabajaste con José Watanabe ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué otros trabajos han sido cruciales para formarte como directora?

Trabajar con Watanabe a los 18 años fue una pesadilla genial. Fue en el contexto de la película de Chicho Durant, Coraje. Wata era el director de arte y yo le rogué a él  y al productor Andrés Malatesta que me dejen estar en el rodaje. Watanabe, en la entrevista de trabajo, me preguntó si sabía poner clavos sin romper paredes y yo le dije que sí. Y me creyó. Y luego, claro, la realidad se impuso y fue muy duro. Hasta ahora pongo clavos como una niña de cinco años. Lo bueno es que Watanabe me perdonó y con el tiempo nos hicimos amigos. Y me hizo relacionar el cine con la poesía, agarrarle pica al lugar común, saber reírse de uno mismo pero pelear como felinos un lugar como artistas, con el pudor del aprendiz, sin hablar de más nunca y sabiendo observar con total atención. Sigo recordando tantas lecciones que me dio. Lo mejor era escucharlo recitar de memoria con esa voz grave que tenía.

Tu primer cortometraje, El paraíso de Lili (2009), se filmó en Perú y también se sitúa en los años ochenta. Además, se presentó en el Festival de Cine de Nueva York y ganó el premio a Mejor Cortometraje en Sao Paulo y Mejor Dirección en el Festival de San Gió, Verona. Por tu experiencia en el extranjero, ¿qué importancia e impacto encuentras en mostrar el cine peruano en salas internacionales?

Mostrar tu trabajo internacionalmente, y que este sea apreciado, es una alegría enorme. A fin de cuentas uno crea para que te entienda cualquier persona, no solo los que conocen la situación específica del país/ciudad o personaje que uno retrata. De ese descubrimiento surgen cosas muy lindas como el entendimiento y la solidaridad, la conexión con el otro. Más bonito cuando ese otro no habla ni tu idioma, no conoce tu historia pero comprende muy bien lo que hiciste y le conmueve.

Además están las consideraciones de la industria y abrir fronteras para vender las pelis y poder hacer nuevas y construir carreras sostenibles.

¿Cómo ves el papel de la mujer en la dirección de cine en el Perú?

Es sumamente importante, somos un montón de directoras y eso me da mucho orgullo y la gran tranquilidad de que la visión y experiencia de las mujeres estará representada muy bien en los próximos años. De hecho formamos un grupo que se llamó 81/2 hace varios años, hicimos un DVD con ocho cortos y un mediometraje. Creo que al menos tres o cuatro de ese grupo ya tiene un largo y el trabajo ha sido en general muy bien recibido.