Por Roger White

En primer lugar los artistas deberán intentar distinguirse de otras clases de profesionales que participan del mundo del arte: galeristas, mercaderes, curadores y críticos. En segundo lugar, los artistas deberían tratar de no parecer artistas. Esta doble negación es la lógica fundamental de estilo de vestir del artista.

La relación entre la obra del artista y su indumentaria nunca debe ser de una analogía directa. Por ejemplo, un pintor de arte geométrico no debería usar prendas con figuras geométricas. La relación entre la obra del artista y su indumentaria debe funcionar como una dinámica dialéctica, en la cual la discrepancia entre la apariencia del artista y la apariencia de su obra se resuelve en una exquisita unidad conceptual. El atuendo del artista debería permitir abrir un rango de posibilidades interpretativas para su obra.

La forma de vestir de un artista estará sujeta a la misma hermenéutica argumentativa de su obra. Al vestirse un artista quizá deba imaginar que su atuendo podría ser sujeto de una reseña de cinco párrafos que analizaría las actitudes e intenciones que su indumentaria revela, qué tan actual es, su relación con referentes históricos, hasta qué punto su vestimenta reta o afirma, subvierte o respalda los patrones establecidos de la moda. Y todo esto como si la reseña fuese escrita por el crítico que él o ella más detesta.

 Para un artista demostrar intencionalmente una estrafalaria actitud de completa indiferencia hacia su apariencia personal, lo logrará solamente a partir de un complejo proceso de crítica auto-reflexiva con altas dosis de obsesión. Artistas quienes son realmente distraídos en la forma de vestir nunca lograran ese efecto artificioso .

A diferencia de un galerista quien tiende a construir su vestuario con el fin de simpatizar con los gustos y estereotipos aceptados por los coleccionistas, el artista no está obligado a seguir esas mismas pautas. Más bien, la tarea del artista en términos de la moda es interrogar las relaciones pertinentes entre el valor y precio de las prendas y por consecuencia trasladar esas preguntas a las obras de arte.

Un artista con limitado presupuesto para vestirse puede compensar esa restricción con imaginativas elecciones de indumentaria, de la misma manera que un perro compensa su imposibilidad de hablar con un vigorosos ladrido.

A los artistas no solo se les permite, si no que se les requiere no vestirse  apropiadamente para eventos oficiales. Sin embargo, un desidioso desaliño en el vestir sin tener en cuenta el contexto es una estratagema infantil fácilmente notada.

Un artista se puede vestir como miembro del proletariado, pero no deberá asumir que pueda engañar a su colegaje. No así, un artista muy afluente puede inclinarse por un gesto de solidaridad de clase y vestirse a la manera del proletariado.

En una inauguración la mejor forma de distinguir a una rica heredera es buscar a una esquizofrénica solitaria. Artistas de clase media, esquizofrénicos, solitarios pueden usar este principio para escalar socialmente.

Extender el concepto de la moda hacia la violación de las normas básicas de higiene y aseo personal constituye el bastión final de la radicalización de la moda para un artista.

Artistas muy elegantes, con almas fragantes!  Serán adulados en todos lados. ■




Roger White es un pintor que vive y trabaja en Brooklyn, Nueva York.

Publicado originalmente en I like your work: art and etiquette. Editado por Paper Monument, 2009

En la foto principal: Yayoi Kusama