Por Mario Flecha

Toda potencia global tarde o temprano comienza a producir su propio arte y también, tarde o temprano, genera su propia escuela o movimiento artístico. Estados Unidos creó el Impresionismo abstracto justo después de la Segunda Guerra Mundial. Perro Negro estuvo en la White Rabbit Gallery de Sídney asistiendo a una exhibición que nos recuerda que Ai Waiwai no es es el único artísta chino reconocido en Occidente y que la explosión de arte de ese país ya está teniendo lugar.


En occidente Ai Weiwei es el artista plástico chino más reconocido, desconozco si es por el valor de sus obras o por su voz disidente.  Su trabajo artístico se puede interpretar como activismo político que responde al contexto histórico y social de su país. Su oposición al gobierno de la República Popular China le costó la cárcel y luego el exilio. Para los medios de comunicación, Ai Weiwei es víctima del régimen de Pekín, la prensa especializada y los medios informativos lo utilizan como propaganda política para justificar los espurios principios democráticos que muchos medios de comunicación dicen promover.

Así, los críticos promueven la falsa idea que Ai Weiwei es un mártir al mismo tiempo que idealizan sus obras proclamándolo cómo si él fuese el único artista chino de fama internacional. La narrativa de los medios de comunicación, acostumbrados a glorificar el arte europeo y estadounidense, tienden por lo general a ignorar el arte producido en otras latitudes. Ellos parecen murmurar, con los labios apretados, que en términos artísticos no hay casi nada de qué hablar de África, Asia o Latinoamérica. A estos continentes se les considera poco más que desiertos culturales.  Sin embargo, sí admiten que hay algunos artistas relevantes en esos desiertos.

Nadie puede aspirar a tener el monopolio de la cultura ya que toda comunidad produce las respuestas estéticas, literarias y musicales a sus realidades políticas, sociales y económicas.  La cultura, puede decirse, es cómo la esfera de Pascal cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. Es de esperar entonces que en un país de 1.4 millardos de habitantes exista más de un artista. En Sídney, a casi 1.4k kms de distancia de Londres, en un ex taller y depósito de automóviles Rolls Royce del barrio Chippendale, se encuentra el museo de arte fundado por Judith Nielson, especializado en exhibir artistas chinos contemporáneos.

La colección privada de Nielson posee cerca de 3 mil obras de arte correspondientes a unos 750 artistas. Ella organiza dos exhibiciones anuales en los tres pisos de la White Rabbit Gallery. En la exhibición actual llamada Shuo Shuo –cuya traducción es El arte del cuentacuentos– participan 24 artistas quienes definen la  transición del relato oral a la escritura sobre papel, describiendo mitos antiguos, literatura romántica hasta propaganda política y la censura contemporánea.

En nuestro siglo, los cuentacuentos están desapareciendo de los pueblos chinos debido a la inmisericorde urbanización del país y que el ritmo frenético de las ciudades impide que las audiencias se junten en los mercados a escuchar las fantasías místicas o heroicas del narrador. No, ahora la mayoría vuelcan su atención a TikTok y a las nuevas tecnologías abandonando la vieja costumbre de juntarse alrededor de ellos a escuchar sus historias.

En esta muestra algunos artistas contemporáneos desafían las narrativas de la era digital recordándonos que la historia de la palabra escrita en China data de unos 4.000 años. Durante un extenso periodo de tiempo los caracteres caligráficos fueron inscriptos, en bambú, piedra, seda y en el caparazón de las tortugas. Hasta que el eunuco Cai Lun inventó el papel. El primer libro impreso del que tenemos conocimiento y que reside en el British Museum fue una copia de Diamond Sutra en el idioma Chino, es una edición ilustrada que data del siglo IX en el año 868.

Diamond Sutra es el texto sagrado del Budismo Mahayana que se práctica en China, Japón y el este de Asia. Más de mil años más tarde Mao Tse Tung publicó el Little red book donde reveló sus pensamientos e ideología política. Este fue el segundo libro más reproducido después de la Biblia con un millardo de copias  entre 1966 y 1967. Yao Peng, nacido 1964 en Siping, nos muestra  en Five Masterpieces 2011 su obra. En  el centro  de una caja de acrílico montado sobre un pedestal de madera hay una edición  de  Little red book, de Mao Tse Tung suspendido en el espacio sobre un atril,  enfrente  hay un cubo aparentemente insignificante de color gris sobre la base de madera.

Abierto en  las páginas centrales, parece un libro normal  hasta que al observar las páginas con más detenimiento notamos que las palabras, frases y oraciones han sido cortadas con una cuchilla  dejando  en las hojas unos rectángulos vacíos, despojándole de significado a los signos que explicaban los pensamientos de Mao. Con el papel que  contenían las palabras segadas, Yao Peng hizo pulpa y lo transformó en el pequeño cubo de papel mache que vemos frente al libro. Así es que el manual de la Revolución Cultural que fue estudiado con veneración por el pueblo chino durante décadas se redujo a una figura geométrica sin sentido.

Otro de los artistas, Yang Jiechan, nacido en 1956 en Foshan, Guangdong, presenta un cuadro de dimensiones monumentales llamado Tale of the 11th Day. Yang Jiechang continúa las historias relatadas por Bocaccio en The Ten Day Event más conocido como los cuentos del Decameron, donde un grupo de jóvenes, escapando de la plaga que azota a Florencia se refugian en una villa de campo. Durante diez días cada uno de ellos relata historias de amor, de humor con amor y de amor y muerte. ¿Qué pasa el día 11? Yan Jiechang imaginó lo que pasó después de esos diez días en la villa florentina. Para ello pintó en 14 paneles un cuadro de más de dos metros de alto por unos 20 metros de largo, simulando un pergamino (scroll típico sostén de las pinturas Chinas que se archiva enrollado). Empleando el estilo y técnicas habituales de los paisajes chinos Yan Jeiching nos da su versión del Día 11, en su narración abandona las palabras y usa la imagen para relatar lo que pasó el día después.

Sobre un fondo de color marrón/negro podemos ver diseminados sobre la tela grupos pequeños de animales y hombres en situaciones comprometidas que recuerdan al estilo del Jardín de las delicias del Bosco. Los dibujos al óleo de Jiechang nos relatan el placer físico y emocional de las interrelaciones sexuales híbridas, desde las prácticas zoofílicas, entre hombres y bestias, hasta la copulación entre dos especies diferentes de animales. El drama recorre la superficie del cuadro, con apareamientos de todo tipo, pero al ser dibujados en grupos pequeños utilizando la técnica de las miniaturas persas las escenas quedan separadas a manera de islas inconexas, exigiendo al espectador detenerse en cada una de ellas ya que el tamaño monumental de la pintura impide una visión total.

Otro de los artistas en White Rabbit es Sun Xun quien combina pinturas, dibujos y animación. En esta muestra se exhibe su filme Magic of Atlas, fruto de 10 años de trabajo con la colaboración de cientos de chinos. Apropiándose de la tradición de pintar con tinta como en la dinastía Song y Han, nos narra la historia del joven Xhiao Zi quien viaja por 6 países en búsqueda de su identidad.

En su viaje advierte los distintos sistemas políticos y termina realizando que la gente de cada país tiene su propia manera de entender al mundo. Sun Xu viaja por Luohanguo, un país quimérico sin historia, sin concepto del mundo y donde nadie habla del pasado. Una de las figuras recurrentes en su film es la del Mago, que Xiao Zhi encuentra en varias ocasiones durante el film. Según Xiao ser mago es ser un mentiroso profesional porque vive entre la ilusión y la realidad, concluye afirmando que todos -en más de una manera- somos magos.

La exhibición se completa con otros 21 artistas y sería interesante que se difundieran sus trabajos en Occidente para tener una visión más realista de los movimientos culturales de esa vasta, y aún para muchos desconocida República Popular China.


Mario Flecha es escritor, crítico de arte y ex editor de la revista de arte Untitled. Es también curador de la Bienal de Jafre y su más reciente libro El trapecista fue publicado por Editorial Equidistancias.

Imágenes: imagen principal: Wang Zhiyuan, Close to the Warm, 2013. En el artículo y en orden de aparición: Yao Peng, Five Master Pieces, 2011; Yang Jiechang, Tale of the 11th Day, 2018 (detalle) y Sun Xun, Magic of Atlas, 2019 (escena del vídeo). Imágenes cortesia de White Rabbit Gallery y Mario Flecha