Por Miravel Ladino

Esta vez ha sido nuestra  musicóloga y colaboradora radicada en Nottingham  -en el centro de Inglaterra- quien se ha ofrecido a escribir esta nota muy a tono con eso que aún denominamos actualidad


Se dice que Afganistán es el cementerio de los imperios. Y a juzgar por las imágenes del avión militar gringo despegando con personas fatídicamente agarradas a su fuselaje para luego caer al vacío, es difícil imaginar una imagen más siniestra y caótica del fracaso del imperio militar del Pentágono y el de su mascota preferida: el Reino Unido.

Y mientras la pregunta es, y seguirá siendo por años a venir, ¿qué se ha logrado tras U$2.2 trillones y casi un cuarto de millón de personas muertas en dos décadas? Siendo optimistas, probablemente muy poco y ese muy poco será borrado por los talibanes en muy corto tiempo. Pero recordemos a Hipócrates y su ars longa, vita brevis. La inmortalidad, si la hay, se logra a través del arte creado y no de la vida vivida. El problema es que el arte, en casi todas sus manifestaciones, dentro de la interpretación más ortodoxa del Islam es poco menos que una herejía

El Corán, verbigracia, no hace alusión directa a la música. Según el texto sagrado, Alá condena el “habla ociosa” -es decir la música y el canto- ya que desvía a los hombres del verdadero sendero hacia Dios. Cuando los talibanes establecieron su Emirato Islámico en 1996, procedieron a destruir no solo los casetes, vinilos y DVDs sino también los instrumentos musicales de todo tipo, incluyendo los más ancestrales dentro de la cultura afgana como el rubab y el dutar, ambos instrumentos de cuerda.

Y ahora que los talibanes han regresado una vez más al poder es posible que en un acto menos de nostalgia y más de pequeño desafío sea pertinente presentarles tres bandas de rock afganas. He elegido el género rock más que la música tradicional o música pop de ese país. porque no pretendo ser antropóloga musical ni me interesa la música como mero entretenimiento. El rock es lo mío porque sé que en sus mejores momentos es un género musical verdaderamente global ya que tiene la capacidad de ser a la vez crítico, introspectivo y popular. Y de las tres bandas aquí recogidas, confieso que solo conocía a Kabul Dreams a raíz de un artículo en The Guardian que los denominaba como los únicos rockeros de Afganistán. Fueron ellos el punto de partida para esta nota, los otros dos los he encontrado leyendo y viendo material en YouTube.

En el Corán Alá condena el “habla ociosa” -es decir la música y el canto- ya que desvía a los hombres del verdadero sendero hacia Dios

 

El primero de ellos es Shafiq Sroosh con el tema Yaa Mawla que en árabe significa Oh Señor mío. Lo que me agrada de este tema es que es una versión incipiente de rock progresivo, diferente de las otras melodías un poco más a balada rock que parece ser la firma artística de Safiq. Olvidándonos de la edad de los músicos, es como si estuviéramos presenciando a Yes tocando en el garaje pijo de la casa de los padres de Rick Wakeman mientras su madre prepara té. De hecho está canción, que es una de sus más recientes y una especie de potpourri melódico, encapsula bastante bien las diferentes direcciones musicales de Shafiq que encontré en la red.   

 

Arykain y su tema Barkhiz (que en persa significa Levántate) es un sonido reminiscente de los viejos álbumes de Ozzy Osbourne con el desaparecido Randy Rhodes, que es lo mismo decir que este cuarteto afgano, residente en Teherán, es básicamente metalero. No hay sorpresa alguna dado que el Heavy Metal es el sonido más universal y popular del rock. Agrego además que, como chica, me gusta que la segunda guitarrista sea mujer y que ella ayude a resaltar no solo el sonido sino también la presencia del grupo. Me pregunto si ella no tendrá mejor voz que el líder de la agrupación. La otra inquietud es ¿qué hace un oso de peluche sentado en una silla durante la grabación de una banda de metal del Oriente Medio? Ese sí, creo yo, es un choque cultural. 

Y por último llegamos al grupo más versátil y conocido del rock afgano, Kabul Dreams que con más de una década haciendo música es a su vez el más longevo y el más interesante de todos. Curiosamente es tan sólo un trío  que en sus primeros temas mostró esa indeleble estética punk del “hazlo tu mismo” (Do It Yourself). He incluido dos temas de ellos en abierto contraste musical pero no necesariamente político a juzgar por las imágenes de los vídeos. 

El primero es Shahab o Metéoro y fue justo esa la primera canción que me enganchó a esta banda. Noten la calidad del bajista y el montaje del video alternando lo monocromático con el color con los tres jóvenes músicos en medio de un gran espacio palaciego destruido por la guerra. Canciones como esta evidencia que no se necesita saber farsi para disfrutar de la música de este trío.   

El segundo vídeo, que acaba de ser publicado en el preciso momento de estar escribiendo estas líneas, es Sadae Man.  No es un tema nuevo pero lo que ellos han hecho es convertirlo en una elegía sonora de lo que ha ocurrido en su país. ¿Y cómo se hace una elegía musical en el rock? Muy simple, se usa solamente el piano y la voz. 

Este es el tipo de “charla ociosa” a la cual debemos de seguir prestando atención. Esos trillones de dólares y cientos de miles de muertos nunca podrán ser justificados pero aquellas manifestaciones artísticas que nos influencian siempre son una forma de resistencia. Por ello, consuela saber que ya no pueden ser borradas por energúmenos que no cantan sino que prefieren gritar el nombre de su dios. ■


Miravel Ladino es madre de familia y profesora de música en una escuela secundaria de Nottingham. Escribe sobre música y literatura infantil para esta y otras revistas.