Un texto de José Armando Hopkins


Las preguntas sobre la rentabilidad de espacios culturales es algo que a todo gestor le debería preocupar ya que, en muchos casos, los proyectos no son sostenibles e implican gasto y desgaste para sus organizadores, contribuyentes y participantes. Una feria de arte en el Perú implica muchas cosas para el mercado local. Es tanto una plataforma de venta para galerías peruanas y extranjeras, como un espacio expositivo donde el público puede conocer lo que sucede tras las puertas de las, muchas veces inaccesibles, galerías de arte.

Es innegable que el mercado del arte está creciendo, tal vez a niveles más rápidos del que artistas, gestores, curadores y consumidores pueden manejar. Nos vemos inmersos en una escena donde existen más galerías que nunca en la historia y dos ferias de arte sucediendo en la misma semana. Hace unos años, esto parecía inimaginable. El mercado se veía reducido a un par de instituciones, conllevando a que en el Perú no existan leyes que defiendan y protejan a los trabajadores del sector de las artes visuales, que respalden y motiven la comercialización y la inversión en la producción artística, generando así un mercado con un sinnúmero de problemas.

¿Cómo sobrevive una feria en un país donde no existen respaldos a los productores del arte, carente de una cultura de coleccionismo y en donde no se está acostumbrado a consumir arte contemporáneo? Digo esto porque disfrutar arte contemporáneo no es fácil ya que, en la mayoría de los casos, su consumo no puede resumirse únicamente a la experiencia estética y muchas de las galerías participantes de la edición de PArC 2015  sintieron este choque. Conversé con varias de las galerías, muchas de las cuales lamentablemente no pudieron recuperar la inversión; no lograron vender ni hacer contactos con posibles compradores y/o curadores. Me pregunto si galerías como Vermehlo, Galería Enrique Guerrero o Arroniz Arte Contemporaneo, entre otras, que ofrecen un producto al que el público limeño no es acostumbrado (sin mencionar un grupo VIP bastante inactivo), regresarán en futuras ediciones.

A pesar de ello PArC cumple una función significativa dentro de la escena local, tratando de llenar los vacíos que la falta de otras instituciones genera.  Discutiendo, en un espacio enfocado principalmente en ventas,  temas de bienales, dinámicas de instituciones y espacios públicos. Intentando suplir carencias que tal vez, ellos no tienen que suplir. La ausencia de una bienal de arte y/o espacios públicos realmente dinámicos y competentes, ejerce cierta presión sobre la gestión de PArC, propiciando la construcción de nuevos caminos que lamentablemente terminan siendo accidentados y confusos. Si hablamos desde una feria de arte; es fundamental y altamente formativo discutir en torno al mercado, legislaciones, coleccionismo, autoría. Tratar estos temas aún carentes en el consumidor y  productor de arte contemporáneo peruano es urgente y qué mejor lugar que una feria de arte.

27+80+m2

Disculpa, ¿esta pieza se vende? Escuchar que numerosos asistentes pregunten esto en voz alta suscita muchas interrogantes. Principalmente sobre qué tanto está contribuyendo dicho evento para la formación sobre y en arte contemporáneo cuando mucho de sus aproximaciones y contenidos son difusos.

Considero que poca claridad, a parte de las ponencias,  tiene que ver con que el Museo de Arte Contemporáneo de Lima sea quien albergue dicha feria, no solo avalando la calidad de lo exhibido si no que confundiéndose como una gestión propia. Tema que ya ha sido criticado varias veces en oportunidades pasadas. Esto genera  gran confusión  en el espectador ya que se espera algún tipo de coherencia formal y/o discursiva que, lamentablemente, no existe. La feria se convierte en una especie de collage de obras inconexas difícilmente recordadas,  de las que el espectador no puede realmente extraer información. Cosa bastante diferente de lo que, en mi opinión, debería proponer un museo.

En este sentido, lo que se podría aplaudir de esta edición es la iniciativa de la propuesta curatorial de Emiliano Valdés en los Solo Projects que, por primera vez y espero no sea la única, buscó ofrecerle al espectador una especia de oasis conceptual. Proponiendo ejes estructurantes, que por momentos pasaban desapercibidos,  pero ejes que al fin de cuenta proveían de cierto orden dentro del caos. Además que se situó fuera del perímetro principal, dando la posibilidad de que su acceso fuese gratuito y junto a piezas como las de Priscilla Monge, a pesar de no ser de mis favoritas, lograba por medio de su interactividad que otro público pudiese disfrutar del evento.

31+Caama--o.jpeg

Los problemas contextuales que PArC tiene que afrontar no son para nada sencillos porque, como cualquier empresa privada, debe buscar la rentabilidad de su producto. Pero ¿qué sucede cuando se ofrece un producto que el público limeño no está acostumbrado a consumir? Cuando el crecimiento y las aspiraciones de los productores son, tal vez, más grandes que la de los consumidores, y el mercado no ofrece suficiente. Como ya mencioné previamente, hay un sinfín de causantes que no contribuyen y que de-forman al espectador/consumidor. Lo confunden y hasta podría decir que lo desalientan. Tal vez sea por esto y la casi inexistente cobertura de prensa, que cada año hay menos asistentes. Estas cosas deben conversarse con urgencia tanto dentro como fuera de la institución si es que deseamos que las iniciativas privadas existentes continúen, que nuevas puedan formarse y que con el tiempo más personas puedan acceder y disfrutar de ellas.