Por Joaquín Tapia Guerra


El motivo de este texto es el siguiente: he visto Husbands (John Cassavetes, 1970) y, poco tiempo después, Los muertos (Lisandro Alonso, 2004). La cercanía ha hecho que se me ocurra que tienen un parecido: ambas terminan con un hombre volviendo a su casa. Más adelante también he pensado que ambas empiezan con muerte. Esto último es bastante obvio; los dos hechos, en realidad. En cualquier caso, a partir de la primera similitud he pensado que se podía intentar comparar las dos películas, y la segunda similitud ha llegado un poco después.

En principio, he visto Husbands porque un amigo mío la iba a mostrar en un ciclo de cine, hace como dos años. Vi Los muertos en preparación para una charla que iba a dar Alonso en la Cinemateca, mientras le decía a todo el mundo que qué bueno que era, cuando en realidad recién estaba descargando sus películas. He vuelto a ver ambas para poder escribir este texto, varias veces. En cualquier caso, habría que decir que hay una muy rara, y prohibidísima de mencionar, conciencia grupal que dicta que ciertas películas son buenas y que, cuando las vemos, es necesario salir convencido de eso: que son buenas y que, si nos preguntan, algo por el estilo tenemos que decir.fantasma-2006-lisandro-alonso-2

Pero, bueno, eso no es hablar sobre las películas. En mi caso, según mi humilde opinión, el primer plano de Los muertos peca un poco de alaraco. Las escenas que me gustan son, más bien, esas donde Vargas está en su cuarto intentando leer el periódico y no para de peinarse el jopo. O justo después, tapado con una sábana mientras le cortan el pelo, él mirando hacia abajo, como si estuviera asumiendo intencionalmente una pose tan solemne; o cuando está sentado en la camioneta y se baja y la cámara gira pero no baja con él, y se queda viéndolo alejarse. Ese último ejemplo (21’47») tal vez es un poco cursi, pero qué importa. Cuando la cámara hace tilt-up en ese plano y se quedan solo el cielo y las puntas de los árboles con el sonido del viento y los pájaros, yo diría que es un momento en que se puede entender con disfrute cómo la película ha querido que veamos que la naturaleza es casi un personaje más, y que Vargas se irá metiendo cada vez más en ella, como si la naturaleza fuese una especie de metonimia de esa mujer que Vargas va a ver y que al final nunca aparece en la película. Pero es peligroso meterse en interpretaciones simbólicas, así que mejor parar ahí.

Jeaninne, en cambio, es la mujer que sí aparece en la película. Es impresionante, cuando Vargas está echado encima, cómo la mano de ella no termina nunca de apoyarse sobre el poto de él, o antes, la mano de Vargas tiesa contra su propia pierna, cuando está parado frente a ella que le chupa el pene, su cara tapada por el cuerpo de él, todo el torso de él tapado por el mismo plano. Esos planos de cuerpos donde alguna parte no entra por la forma misma del encuadre siempre son buenos: le da una especie de semblante cómico a los cuerpos, de potencia erótica también. Algo así como lo que dice muchísimo mejor Comolli sobre los planos del despertar en El hombre de la cámara (Dziga Vertov, 1929)1.

Y la otra parte que me gusta mucho, que es justamente la que me hizo pensar que Los muertos podía compararse de alguna forma con Husbands, es esa donde Vargas finalmente llega a la casa de su hija y se pierde con sus nietos tras de ese plástico amarillento y hueco de gastado, enganchado con una rama por abajo para que no se sacuda tanto con el viento.

En una entrevista de Marc Maron, hablando sobre Kids (Larry Clark, 1995), Harmony Korine dice que es diferente ahora, que esa película ya no podría hacerse en este tiempo porque ya no es posible perderse en su país ya que todos tienen GPS. Aún más antigua, Husbands también es una película sobre perderse, esta vez desde un luto cuyo dolor nunca se dice, solo tres tipos corriendo y peleando por las calles después del entierro de su amigo, sin parar. Es como una invitación. Al principio, cuando Gus dice algo, suena siempre como si invitara a sus dos amigos a jugar y a dejar que el muerto descanse2. Que es además un reflejo de la forma en que se hizo la película, con John Cassavetes empujando un proyecto en el cual, a cada momento, el resto de su elenco dejaba de creer.Husbands-MovieHay momentos en esta película donde la actuación es tan increíble que a uno se le caen las manos de los bolsillos. Improvisación hasta un extremo que Cassavetes pudo por primera vez explorar con la comodidad de un equipo completo de filmación; hasta un extremo, además, donde seguramente cada toma tiene grandes diferencias, donde escenas enteras surgen al trabajar y pueden o no ser utilizadas. Tanto trabajo en la actuación para que finalmente deje de haber actuación. Tal vez a eso pueda deberse el uso de teleobjetivos, como una busqueda de no perturbar el espacio donde se actúa, pero acercando la imagen lo más posible a las personas. No todo el tiempo, claro. Pero en estos casos, que son bastantes, el resultado es para mí de una fuerza muy conmovedora, sin mencionar el contraste de focos de estos planos, que siempre se ve increíble. Justo luego del entierro, por ejemplo (09’14»), los tres bailando y cantando en una acera de noche. Ya desde ese momento la película golpea con fuerza insospechada, y uno puede alegrarse porque recién empieza.

Luego está la duración. Esos juegos y correteos se convierten en unos tragos, y esos tragos en un concurso de canto donde uno no consigue explicarse quiénes son esos viejos ni de dónde vienen ni porqué les cantan a Gus, Archie y Harry, y en esos mismos tragos se ve cómo Harry es un poco relegado en la amistad de los tres, y eso se siente hasta los huesos, y esos mismos tragos se convierten en una pelea horrible de Harry con su esposa, y esa pelea en un día de trabajo a medias empezado, y ese día de trabajo en un viaje a Londres, y ese viaje en una noche en el casino donde cada uno acaba dudosamente con una chica diferente, y esa noche en el regreso de Gus y Archie, ya no de Harry, a casa. Y es como si todas esas cosas no sólo se sucedieran, sino que se sumaran o acumularan hasta que uno ya no puede más.

Al final de Husbands, como en Los muertos, solo se ve a Gus llegar a casa y saludar a sus hijos, no aparece su esposa. ¿Por qué? En ambos casos, creo, porque la familia es un espacio del cual las películas deciden salir. Gus llega a su garage y ve a su hija que se pone a llorar y al acusete que tiene por hijo, y los saluda a los dos y entra tras de ellos a su casa. Vargas llega en bote con un chivo recién destripado y su nieto lo guía hasta su casa, en donde entra tras de él cargando a su hermano pequeño. En los dos casos es algo que se acierta en presentar sobriamente, que no tiene que ser simbólico de nada y que más bien es eso: un momento, un lugar común, una cosa íntima y a la vez universal que reconocemos.

 

(1) Jean Louis Comolli en su libro Ver y poder.

(2) En la película: ¨Let the dead lie.¨