Por Daniel Mastroberardino 

El trapecista es una recopilación de cuentos de Mario Flecha -uno de nuestros colaborades más allegados- recientemente publicados en Editorial Equidistancias con sede en Londres y Buenos Aires


¿Quién es Mario Flecha?

Mario Flecha es un autor argentino, nacido en Buenos Aires en 1949, que no quiere olvidar sus raíces paraguayas. El trapecista reúne los mejores relatos de Mario Flecha radicado en Reino Unido desde hace más de cuatro décadas.

Las historias imaginadas por Mario Flecha bordean lo cómico, el absurdo, lo fantástico y caen en picada en un realismo irreductible, que admirablemente se consolida como hecho literario. Y es que siempre e indefectiblemente dentro del mundo de ficción creado, y en el cual sus historias tienen lugar, son la razón por la cual, además de otros componentes, la verosimilitud está garantizada y gana con ello, por mucho, en valor estético. Precisamente, el equilibrio estético y estilístico se sostiene, sin decaer una sola vez, desde el relato que abre la colección, Muñeca brava, hasta el que la cierra, Embrollo.

Cuento por cuento

Y es con Muñeca brava por donde la fuerza narrativa irrumpe poderosa. El clima porteño en una metrópolis europea tan característica como es Londres lo dan ciertos elementos, pocos, pero convenientes, como lo son el epígrafe de Cadícamo, el tango, música de Buenos Aires, el habla y los nombres de los personajes, la mención de Aníbal Troilo, Carlitos Gardel, Gerli, La Boca, la calle Florida.

         La atmósfera entre amable y divertida se da en un salón de baile Made in Argentina en un típico pub londinense. Esa atmósfera se quiebra por la aparición repentina de un escocés, Richard Mc Pierse, que en otro tiempo había vivido en Buenos Aires. Luis, María y José, el Tuerca comparten con él la mesa y escuchan sus andanzas y luego, sin solución de continuidad, entre la camarera del pub y María, la bailarina de tango, se resuelve por esta última. María es la pieza fundamental de la historia. Inevitablemente tendremos que relacionarla con la Muñeca brava del título –que es también el del tango.

         Mario Flecha maneja el tempo narrativo de un modo impecable. El nivel literario queda bien alto con el inesperado desenlace. A cargo del lector queda por descubrir por qué el tema es la venganza. El tema tan especialmente soslayado es un procedimiento que se repite también eficazmente con relación a la locura en Amandeline Pinkingson, donde el contraste entre lo inusual o extravagante y lo serio o la conducta aportado por la protagonista forman parte de un mundo cuyo diseño no coincide con tal contraste, pero nada permite volcar la presunción de locura a esta o la otra parte de los acontecimientos, independientemente de lo que pueda suceder con la mosca que Amandeline se lleve a la cama, siguiendo una anotación al pie del texto, “antes de ir a la cama cazo una mosca”, realizada de puño y letra de su madre.

En El Profesor Monday Zofana la estructura es claramente la de un cuento enmarcado. Dividido en seis partes: las I y II y el final de la IV la voz narradora en tercera persona es omnisciente limitada (no comenta, no emite juicio, no se entromete). En las secciones III, IV, V y la primera mitad de la VI, nos encontramos dentro del marco narrativo y las voz narradora pasa al protagonista, que relata los hechos en primera persona.

El tema de la castración brota naturalmente a través de un humor sutil, sin estridencias que además surge de las situaciones, motivos y objetos que se establecen impecables en el relato. Por ejemplo, Laura y Juan comparten una vida que se caracteriza por la incompatibilidad de intereses, y en verdad no pueden ser más dispares: él es dentista y ella una científica nuclear: “Con el paso del tiempo, nuestras distancias se fueron agudizando con conversaciones infrecuentes, aburridas, que casi siempre giraban alrededor de la energía nuclear o la importancia de la clorofila para la preservación de los dientes.” Y al lector le encantará descubrir qué función cumple un ladrillo en esta historia.

Cintas magnéticas comienza con un toque de humor y asimismo finaliza. En el entretanto, la narración cobra aliento de “suspense”, dado que la época y el barrio porteño de Barracas dan el marco propicio para lograrlo: Perón exiliado en Puerta de Hierro, el peronismo proscripto y el gobierno de facto allanando casas y edificios, lanzándose a la búsqueda de guerrilleros. Junto a personajes imaginarios, como el protagonista –narrador– y su amigo Juan Luis, los hombres armados y los parroquianos del bar el Sultán, aparecen las figuras de Pino Solanas, Octavio Getino y el general Perón. La cinta magnética con la voz del líder justicialista la tiene oculta Juan Luis cuando entran al bar los hombres armados, y este es el punto justo donde se planta el clímax de la historia. El desenlace sorprende al lector simultáneamente que al narrador y a su amigo Juan Luis.

Los dedos de Anastasia. Es un lugar común decir que el alma humana es un misterio. Sin embargo, en este cuento los dedos de Anastasia constituyen un misterio. La verdad es que la narración desde el epígrafe y en otras zonas del texto nos entrega varias pistas que solo resultarán inteligibles en el desenlace.

         Desde ahora digamos que la voz que refiere la historia está presente en el mundo narrado y forma parte de la historia que cuenta (narrador homodiegético), que durante las vacaciones se enamora de la bella Anastasia y que ya de regreso a su casa la hermana melliza del narrador le informa que Anastasia tiene un defecto en los dedos del pie derecho, dato que lo desconcierta y el detalle físico cuestiona la belleza de mujer de la que está enamorado. La hermana le vuelca una jarra de agua en la cabeza: “Apagar el fuego”. Esta frase y la jarra de agua son el primer indicio del misterio de los pies de Anastasia. Pasan el otoño y el invierno, y sale el sol de primavera, y al fin regresan las vacaciones.

         El narrador se encuentra con Anastasia, quien esconde en la arena su pie derecho, que ella se niega a mostrar, porque quien mira su pie derecho puede quedar ciego. Pero le propone que si él le cuenta una historia que no sea trágica, le muestra el pie.

         Cercano ya el desenlace, van a parecer tres textos. Los tres son indicios que revelan y todos conducen a una falsa noticia. El primero respecto de su autor. El segundo respecto del falso reflejo de un espejo, el cual conecta con el epígrafe de John Berger, y el tercero específicamente con el concepto de fake news, que además de su humor conecta directamente con hechos contemporáneos. Pero el lector tendrá que develar por sí mismo cuál es el misterio –el tema central– de los dedos de Anastasia.

Mala Suerte ó Nuebo rReyno de Granada. Una cajita mágica nos traslada de un plano témporo–espacial contemporáneo al plano témporo–espacial de los Conquistadores. Dos planos espaciales y temporales narrativos: a) plano contemporáneo (partes I, II y IV); b) plano de la conquista (partes II y III).

Sin este pequeño cofre la historia no sería posible –al menos como se nos presenta–, pero existe, y agradezcámoslo. Sobre todo, por la versatilidad de los temas que incorpora y por el deslumbrante desarrollo de la narración, incomparablemente entretenida, una convivencias conflictiva entre quienes son supersticiosos y quienes no.

         El cofrecito en cuestión encarna a la vez la mala y la buena suerte, y uno puede preguntarse de buena fe cómo encaja un Conquistador con el tema de la superstición. La pequeña caja de plata es mágica: hace que se cumplan las fantasías de quien la posee, con la condición de que se las escriba en papel, este se guarde en la cajita, la que no debe ser abierta por nadie más que por el poseedor cuando la coloración del cofrecito lo indique; entonces, la limpia, y pide que se cumplan sus deseos. Sin embargo, siguiendo la letra y el espíritu de la leyenda, si alguien abre la caja y descubre las quimeras del poseedor de la caja, traerá Mala Suerte. Y esto es justo lo que sucede, gracias a Bernardino, un amigo del narrador, del tipo “metomentodo”.

“Con el paso del tiempo, nuestras distancias se fueron agudizando con conversaciones infrecuentes, aburridas, que casi siempre giraban alrededor de la energía nuclear o la importancia de la clorofila para la preservación de los dientes.”

         El ingenio narrativo de Mario Flecha propone la aparición de Don Gonzalo Ximenes de Queisada mediante un poema que describe al conquistador: lo que Bernardino lee en el trozo de papel que encuentra dentro de la cajita. ¿Y cuál es la importancia de este aventurero extravagante en la historia? No más, pero nada menos que uno de tantos buscadores de la ciudad perdida de El Dorado. Y ahora, ¿cómo ensambla este aventurero español con Cervantes y su Quijote? Esta pareja queda definida con precisión por el narrador: los delirios de Don Gonzalo Ximenes de Queixada i Ribera a los de Don Miguel de Cervantes Saavedra. En tanto los de Don Gonzalo operan en la realidad, los de Don Cervantes, en la ficción.

Cuando uno se adentra en la lectura van emergiendo diferentes facetas tópicas que no exceden nada, porque no son ornamento, sino que a través de los personajes se incorporan naturalmente en la trama y cumplen funciones de completamiento, explicación y encastre. Como al final la Negra Reneè. La hechicera encargada del rito mágico.

         Hacia la algazara del final en el Restaurant Dora, con nota sutilmente flecheana,  se devela quién se queda con la Mala Suerte.

Los vendedores de humo. Labia porteña que sale como un tiro por la culata. El humor impregna todo el relato, de principio a fin. Humor típico a esta altura Made in Mario Flecha.

         Malentendido y violencia de turistas típicos rioplatenses. El final no puede ser sino feliz.

Zorros de Londres. El matrimonio no tiene interés en trabajar, y a punto de ser echados de la pensión donde viven, le ofrecen una casa gratis de alquiler y una comisión por echar a una familia de zorros que la ha invadido. La escena en la que un chico llamado Charlie va a pedir la pelota que se le ha caído en el jardín. La escena es clave y la repetición cobra sentido en función del desenlace inesperado, tras el fracaso de la pareja de echar a los zorros invasores.

Pezones envenenados es la historia de una traición, con una trama que involucra fantasías, encuentros, separaciones y política; pero el narrador no sabrá que él es el traidor sino en el punto de máxima tensión del cuento que conduce rápidamente al desenlace.

Juan Pilking es de un humor sabroso muy bien jugado y cuyo desenlace no tiene más remedio que provocar la hilaridad del lector.

El trapecista es el cuento que le da título a esta colección de relatos. Breve, sin darle tregua a la insensatez de la borrachero de dos trapecistas.

El autor cuenta que le comenta la idea no desarrollada sobre un trapecista a un amigo, caminando por Hyde Park. El amigo le pide que se lo envíe y el texto que le envió tuvo un buen final en la instalación en la Caixa en Barcelona. El resultado le dio la confianza necesaria para escribir las ficciones que aquí estamos comentando.

Volver a jugar al truco es jugarse la libertad en un partido de naipes en una comisaría, donde dos de los contrincantes son milicos, uno Sargento –con el llamativo apellido de Videla–. El azar resuelve si los dos amigos que disputan la partida y una escritora molesta para el poder político serán liberados o no.

En Punto y coma la narradora, Noon Rasheb, de origen iraquí, con la ayuda de su novio Ryan, oriundo de Irlanda del Norte, ante las dificultades creativas para escribir un cuento concibe la estrategia motivadora de tomar del cuento de Marcel Aymè todos los puntos, las comas, los punto y coma, y solo copiar la primera frase y la última como apertura y cierre. Los problemas económicos de la imprenta crean un problema textual con el libro ya impreso que desemboca en una situación amenazante para ella. Al lector le quedará titilando la pregunta: “¿Quiénes son los dueños de las palabras?”

Embrollo va presentando en cada una de sus partes situaciones que parecieran independientes entre sí, pero a poco ya se hace evidente que configuran una misma trama cuya unidad la van configurando los personajes a medida que por una u otra circunstancia se relacionan entre sí. El hilo conductor es un cuadro cuyo original ha sido falsificado, y el “embrollo” se da cuando no es posible identificar el original de la falsificación.

         Las ocho partes están enmarcadas por un cita de Los siete locos de Roberto Arlt, que comienza como epígrafe y se cierra a modo de epílogo. Pero yo he encontrado esta coincidencia: Juan–John, Agustín, Sofía, José Ramos, Jerry Mendoza, James Towers, Nelson Giménez: los siete locos.

Las virtudes, en definitiva

La variedad de situaciones que coquetean con lo absurdo, personajes inmigrantes, locaciones dicotómicas, “del lado de acá”, “del lado de allá”, por ejemplo Londres–Buenos Aires, un estilo sobrio, nunca exaltado, razón de la verosimilitud que embriaga el desarrollo de algunos momentos desconcertantes sabiamente reconducidos hacia el humorismo, historias divergentes que se entrelazan y constituyen una única historia, los epígrafes que, como paratexto, siempre cumplen una función muy concreta y activa en el texto, y, en fin, los desenlaces inesperados, que sorprenden sin golpes bajos y que muchas vecen distienden provocando risa.

Para terminar, es necesario poner de relieve estos dos elementos insoslayables: la estructura narrativa y el estilo implacablemente literario, pero sin estridencias. Con ambas bases, poderosas en su ejecución, nos ofrece no solo la conciencia de ser, sino además la de estar en el mundo, y luego lo fácil que puede cumplirse o desviarse un destino. Hay toque de todo tipo: político, económico, existencia, psicológico y más, pero en cada caso aparecen porque donde lo hacen tienen su razón de ser. Algo así podemos decir respecto a la variedad de temas: amor, venganza, muerte,traición, mentira, ocultamiento, picardía, ardid, y más. Hay poesía en la prosa de Mario Flecha, sobre quien, al finalizar la lectura del libro, van a recaer, varios sentimientos entremezclados: agradecimiento, admiración y aprecio.


Daniel Mastroberardino es un poeta, narrador, ensayista y docente argentino. Licenciado en Le­tras (Facultad de Filosofía y Letras – UBA) y Magíster de la Universidad de Buenos Aires en Literaturas en Lenguas Extranjeras y en Literaturas Comparadas