Perro Negro en Hay on Wye Festival

Asistimos por primera vez a esa gran fiesta de la literatura e ideas que dice ser el Hay Festival que hoy en día es una franquicía que se ha extandido particularmente en el mundo hispanohablante con replicas en Querátano, Segovia, Arequipa, Medellín y Cartagena de Indias. Pero, ¿vale la pena ir?

En la sociedad del espectáculo en que estamos inmersos, todo, o casi todo, require una celebración. Y es que todo producto cultural crea la obligación de un evento que sirva de acto de comunión, de una liturgía pagana o secular tanto para devotos como para conversos. De hecho todo manfestación artística la tiene. Si no, ¿cómo explicar la proliferación de biennales de arte, festivales de cine o festivals de música ultra costosos pero eso sí con impecables credencial alternativas y eco-amigables?

Su creación y permanencia es una necesidad dictada y suplida por el mercado de la cultura cada vez más ubicuo y mediatizado. Adorno y Horkheimer fueron los primeros en acuñar el término “industrias culturales” en remplazo de “cultura de masas” y también fueron ellos los primeros en alertarnos de su naturaleza un tanto deceptiva. Pero, ¿qué tan deceptivo puede ser un festival de libros e ideas? Algunos pensarán, no sin razón, que las ideas simplemente se validan o no según los cambios sociales, políticos e históricos. En parte sí, pero solo en parte. Al igual que todo producto cultural, las ideas pasan por el filtro de la diseminación, de la aprobación de los medios de producción cultural y su principal acolado: la crítica.

Así, ¿quién puede pagar por el viaje a Hay on Wye, por el alojamiento y el costo de las entradas a las charlas y debates? ¿Qué tipo de público es el de Hay? ¿Qué tipo de debates se presentan y discuten en el pinturesco pueblito gales? La respuesta a la primera pregunta responde también a los otros dos interrogantes. Hay festival es mucho más homogeneo y ortodoxo de los que sus organizadores y devotos se jactan. Su público es exclusivemente blanco, inglés y clase media. Es un festival “middle.” In the middle of nowhere we have a middle class gathering for a middle England audience.  En medio de la nada tenemos una comunión de clase media para una Inglaterra promedio.

Y aunque el lema del encuentro es “Imagínate el mundo”, lo que en verdad se presenta es cómo la aldea observa al mundo pero más aún asimisma. Intelectuales y autores asiáticos, africanos o latinoamericanos son conspicuos por su ausencia. Una de las pocas presentaciones sobre política internacional tuvo como invitado a Jon Lee Anderson, un ex corresponsal de guerra americano residente en Inglaterra , y quién luce como un ex-jefe de gira de The Rolling Stones, hablando sobre El Ché, Latinoamerica y Venezuela en particular. ¿Y porqué hablando sobre el Ché en pleno siglo veintiuno, como si Latinoamerica no hubises cambiado para nada en el ultimo medio siglo? Bueno, esa es la otra gran limitación de la cual sufre Hay, porque Anderson estaba promocionando su ultimo libro –una biografía gráfica de El Ché que acababa de publicarse en el Reino Unido. Así, la presencia de quién habla y comenta en Hay se basa, más que nada, en quien ha publicado recientemente o tiene un nuevo título para vender. Las ideas de Hay están subordinadas al ciclo de publicaciones de las casas editoriales. Autores y científicos como Xinran o Venki Ramakrishnan están presentes en el festival porque ellos hablan ya desde la perspectiva angloparlante siendo autores radicados en Estados Unidos o la Gran Bretaña.

Y si Hay está diseñado y habitado para un tipo de público muy específico, lo ofrecido en su menú es un potpourri de ideas que van desde el mero entretenimieno: Dr Who y Guffalo; la britanidad: Chaucer, Churchill y Shakespeare, hasta la autoayuda: “Escapando el mito de la vida perfecta”, “¿Así que crees que la estás pasando mal? La vida de un niño en el antiguo Egipto”, “Todo lo que sé del amor”, “Neurodiversidad y autismo”, “Demencia: la mayor crisis de la salud en el siglo 21”, et cetera. Todo presentado por un batallón de figuras conocidas de la BBC y uno que otro reconocido autor o novelista cuyas caracterististicas principales deben ser: haber escrito un libro relativamente popular, ser fotogénico y poseer una voz melodiosamente autoritativa con el fin de lo que diga suene creible.

Y en esta paella de ideas y charlas que es Hay, yace su principal problema. Su realidad intelectual se subscribe a lo que se supone es la experiencia cultural de las audiencias de la Radio 4 de la BBC, tratando por todos los medios de ser un poco de todo para todos cuando en realidad no es gran cosa para nadie. El formato de charla corta, de “más es más” en vez de “más es menos”, de falta de representación internacional más alla del tokenismo de unos cuantos autores y su entendible obsesión con Brexit y todo lo que tenga que ver con la identidad pos-imperialista de un país que se sabe engañado sobre su futuro inmediato.

Hay demasiada inglesidad en Hay para que en verdad nos podamos imaginar el mundo a través de sus charlas y discuciones un tanto parroquiales y algo prosaicas. No es injusto ni tampoco gratuito que las imagenes que me llevo de Hay 2019 son la de mi buscando mi pequeña carpa en medio de una noche oscura y la del salón vacio cuyo letrero a la entrada anunciaba: “Serious Reading.”

Hay on Wye, mayo 2019