Por Allison Valladolid


 

Eliana Otta, coleccionista desde los ocho años de edad, no sigue las mismas reglas que sus colegas. Mientras algunos optan por no retirar los objetos de su empaque original porque pierden valor monetario, para la artista peruana, no dejar que sus adquisiciones pierdan valor sentimental es la primera frase en su lista de restricciones. Durante una muestra colectiva en la que Eliana participó en el dos mil seis, Javier, un amigo cercano, se le acercó para decirle que quería comprar cuatro de los veinticuatro dibujos de la serie que había presentado. Ella accedió. Después de varios días de haber sido efectuada la transacción, Eliana hizo una llamada de arrepentimiento. Le pidió a Javier por el auricular que le devuelva sus dibujos. “Era un trabajo muy personal. Me di cuenta de que si mis obras se iban a alejar de mí, prefería que lo hicieran en conjunto y no desmembrados”, dice la artista que entiende que el arte debe ser compartido pero que evita dejar una colección incompleta.

La Eliana de los ochentas era una niña que se divertía agrupando y organizando. Agrupando stickers por características para luego pegarlos en un cuaderno de hojas adhesivas. Organizando por temporadas el vestuario de sus muñecas recortables. Numerando con entusiasmo cada una de las páginas de los cuentos que ella misma escribía. La Eliana contemporánea conserva solo algunas de estas colecciones junto a la de sus llaveros, juguetes antiguos, vinilos, agendas y fotografías de personas desconocidas. No decora su casa con muebles de catálogo, prefiere hacerlo con lo que obtiene de sus búsquedas en mercados de pulgas. En su opinión, los objetos de extraños son una buena forma de conocer una ciudad porque cada uno lleva consigo una historia. Ellos almacenan recuerdos. Lo que sus dueños originales abandonan por ser considerados objetos de poco valor, para Eliana son tesoros.

Fue Walter Benjamin quién se refería al coleccionismo como el miedo a la muerte. Para Jimmie Durham, coleccionar es acumular un poco más de vida. Tilsa Otta piensa que el coleccionismo de su hermana se debe a un desprendimiento forzado. La niñez de Eliana ha estado llena de sorpresas, como la de llegar a casa y descubrir que le faltaba algo. Un cuento que había sido movido del estante o un juguete que sus padres habían decidido donar sin consultarle. Y es que esto del coleccionismo no es asunto heredado. Los padres de Eliana no guardaron los dibujos que ella hizo en el colegio, ni las cartas que escribió en fechas especiales, tampoco los juguetes más representativos de su infancia. Ahora ella tiene la costumbre de aferrarse a objetos. A recuerdos. “Mi mamá siempre decía que yo me expandía por toda la casa”, dice Eliana, quien hasta ahora deja parte de sus colecciones regadas en cada habitación. Costumbre de quien quiere dejar huella.elianaotta3-e1408120704929 (1)Gran parte del trabajo de Eliana como artista está compuesto de colecciones. Piezas hechas de un conjunto de toallas, frazadas, llaveros. Series de fotografías de sillas de guardianes particulares, puertas y ventanas de hogares de una ciudad, avisos de gente buscando gente. El hábito de recolectar es algo que la ha acompañado desde pequeña y ahora lo transforma en proyectos artísticos. Usa su interés por coleccionar como un medio para crear historias e interpretar realidades. Pero ahora, la chica que organiza su colección de libros por categorías está tratando de organizar su vida por orden de prioridad. Eliana ya casi no tiene tiempo para producir arte. Quiere concentrarse en trabajar para su próxima individual, en crear piezas que extraños se llevarán a casa y promete que esta vez no llamará para pedir una devolución.

Ser coleccionista es su forma de aferrarse a la vida y ser artista es su manera de impedir que la olviden. Para entender a Eliana hay que buscar en nuestros propios espacios olvidados. Ve qué hay en los cajones que no abres desde hace algún tiempo. Descubre que conservas las cartas que tu mejor amigo te escribió cuando se enfermó y no fue al colegio por una semana, los mixtapes que te grabó tu primer novio. Las colecciones de Eliana son el equivalente a un gran álbum de fotos en tercera dimensión. De seres desconocidos que ahora le resultan familiares. Para todo coleccionista serio o amateur, cada objeto guardado comprime una época memorable. El coleccionismo es la actividad recreacional preferida de los nostálgicos.