En 2014, en el bosque de Nordmarka, a las afuera de Oslo, la artista escocesa Katie Paterson sembró 1000 árboles de pícea noruega, también conocido como abeto rojo, que crecerían durante los próximos 100 años. Cada año, un autor/a será invitado a contribuir con un nuevo manuscrito el cual permanecerá guardado en una bóveda para mantenerlo secreto hasta el año 2114, cuando los árboles serán cortados y su madera será convertida en papel para publicar los 100 libros recopilados. Hasta ese momento culminante en el próximo siglo nadie habrá leído ninguno de los manuscritos aparte de quien los haya escrito. Este proyecto es conocido como The Future Library, La Biblioteca del Futuro.

La Biblioteca del Futuro de Katie Paterson, que ella describe como “una obra de arte viva, palpitante y orgánica de larga duración”, es un proyecto de arte conceptual, ecológico y de preservación del libro como parte quintaesencial de la trasmisión del conocimiento para lectores de una generación inexistente e inédita. A Paterson se le conoce por ser una artista que realiza proyectos altamente sugestivos y de cierta manera poéticos sobre las posibilidades de la materia, el tiempo y la inconmensurabilidad del arte. Por ejemplo, en Inside this desert (2010) comisionó a expertos en nanotecnología para que cortaran un grano de arena del desierto del Sahara hasta el tamaño físico más pequeño conocido hoy día (0.00005 mm) y luego lo retornó de vuelta al desierto mientras decía: “En este desierto se encuentra el grano de arena más pequeño del mundo”.

Para su proyecto de graduación, Vatnajökull -the sound of-, (2007–2008) sumergió un micrófono en un glaciar de Islandia, y estableció el número telefónico 07757001122 al cual cualquier persona en el mundo podría llamar para escuchar en vivo el sonido del deshielo del glaciar.

Paterson explicó, no con poco lirismo, como ella concibió la evolución del proyecto de La Biblioteca del Futuro:

“Imagino las capas de crecimiento del tallo de los árboles como los capítulos de los libros. Las palabras no escritas que año por año se materializan y se activan. También la singular experiencia de los visitantes del bosque que con el pasar de las décadas serán conscientes del crecimiento de los árboles que de alguna forma contienen la ideas de los escritores como una energía potencial esperando ser liberada. La Biblioteca del Futuro tiene la ecología y lo natural como su esencia. La interconexión de las cosas, las que conocemos hoy y las que están por venir. Cuestiona esa tendencia a pensar en el corto plazo y a tomar decisiones para el aquí y ahora.”

La biblioteca que no leeremos

Hasta el momento, cuatro escritores han sido escogidos por un selecto comité encargado de velar por el proyecto. La canadiense Margaret Atwood, conocida por El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale, 1985) y El asesino ciego (The Blind Assassin, 2010), quien en 2015 aporto el manuscrito Scribbler Moon. En 2016, el británico David Mitchell, autor de El atlas de las nubes (Cloud atlas, 2004), entregó From Me Flows What You Call Time. En 2017, el islandés Sigurjón Birgir Sigurðsson, quien escribió El menor de los mundos y también conocido como compositor de Björk, contribuyó con My Brow Brushes On The Tunics Of Angels or The Drop Tower, the Roller Coaster, the Whirling Cups and other Instruments of Worship from the Post-Industrial Age. La más reciente autora escogida es la escritora franco-turca Elif Shafak, autora de La bastarda de Estambul (The Bastard of Istanbul, 2009) y El fruto del honor (Honour, 2012), quien entregará su manuscrito el próximo mes.

Uno de los aspectos más emotivos del proyecto es la entrega de los manuscritos por parte de los autores que hasta ahora siempre se ha realizado con una ceremonia en el bosque de Nordmarka. Allí, el ritual incluye la presencia de miembros de la comunidad local y cada autor además de consignarle el manuscrito a Paterson, debe igualmente sembrar un nuevo abeto.

Margaret Atwood confesó que Paterson le dio solo tres reglas: primero, ella no podía contar a nadie sobre lo que había escrito; segundo, no podría ser solo un álbum de fotos; y tercero, que el manuscrito podría ser de cualquier extensión, de una palabra a mil páginas ya sea un relato corto, una novela, poesía o no ficción. Durante la entrega de su manuscrito, Atwood leyó un discurso que había preparado para ese momento.

“Estoy enviando este manuscrito en el tiempo. ¿Existirá entonces algún ser humano para recibirlo? ¿Existirá Noruega? ¿Existirá un “bosque”? ¿Existirá una librería? Qué extraño pensar que mi propia voz -silenciada por mucho tiempo- repentinamente vuelve a ser reanimada después de 100 años. ¿Qué será la primera cosa que dirá cuando una mano, aún no existente, la saque de su caja y abra la primera página? Yo imagino ese encuentro -entre mi manuscrito y un hoy inexistente lector- siendo como aquella pequeña huella roja que alguna vez vi en una cueva de México que había estado sellada por más de tres siglos. ¿Quién puede ahora descifrar su acertado significado? Pero tiene un significado universal: cualquier humano puede descifrarlo: Dice ‘Hola, Yo estuve aquí’”.

Sigurjón Birgir Sigurðsson, después de entregar su manuscrito, expresó su idea de lo que este proyecto significa:

“El haber sido invitado a contribuir con la Biblioteca del Futuro, esa creciente biblioteca de bosque y literatura del mundo, implica un ejercicio de entender como el futuro es moldeado por nosotros mediante acciones ordinarias. Cuando caminaba en ese bosque para entregar mi manuscrito, sentí que caminaba en una metáfora viviente de la naturaleza de la literatura como una fuerza de la sociedad humana. Dos escritores han hecho esa misma ruta antes y otros 97 la harán en algún momento. Me sentí humilde viendo esos árboles que serán sacrificados para convertirse en libros en el 2114. Aunque pequeños todavía, estos árboles llegarán a ser los contemporáneos de nuestros futuros lectores.”

Los manuscritos de la Biblioteca del Futuro están hoy en la oficina de archivos de Oslo, pero pronto estarán a la vista del público en un espacio llamado La Sala Silente de la nueva biblioteca pública de esta misma ciudad, llamada Deichman, la cual será inaugurada el próximo año y hace parte de un extenso proceso de regeneración urbana del área portuaria de Bjørvika.

La biblioteca pública Deichman, diseñada por el Atelier Oslo y la compañía de arquitectos Lund Hagem, espera configurarse como el centro cultural más importante de Oslo y que allí se mantengan los manuscritos de la Biblioteca del Futuro es una de las misiones bajo las que se creó. Siendo este un proyecto incierto en términos de lo que podría ser el futuro mismo del texto impreso en el próximo siglo, el comité del proyecto ha decidido también que la biblioteca Deichman albergue una imprenta con el propósito de cumplir la promesa de imprimir los libros en papel. Ya que existe la posibilidad que en 2114 las imprentas hayan desaparecido por completo o ya no sean operativas.

En 2114, la Biblioteca del Futuro promete imprimir tres mil copias de cada libro. Hoy en día mil certificados están disponibles por un valor aproximado de U$ 700 a través de la galería James Cohan de Nueva York, el certificado asegurará al portador el recibir una colección de los libros en 2114.

La Biblioteca del Futuro es un proyecto que gravita sobre la esperanza de que en 100 años todavía habrá lectores interesados en leer libros impresos y de que las futuras generaciones puedan mantener el entusiasmo por mantener la biblioteca por un siglo hasta que los libros vean la luz. Un proyecto que no podrá ser culminado por sus iniciadores, incluso Paterson quien no ve esto como una frustración. Ya que ella cree que es una aventura conceptual, que no depende tanto de su culminación, sino de apostar por la promesa de que habrá un futuro.

Por Ramiro Camelo