Field Niggas (Khalik Allah, 2015) es, ante todo, un retrato, la construcción de una identidad desde el testimonio colectivo. Un sinnúmero de afroamericanos posan frente a la cámara de Allah, caminan y se enfrentan al lente que los tiene, muchas veces, en primer plano. Una imagen ralentizada que vuelve etéreo sus movimientos, el humo que exhalan, sus sonrisas (y también los gestos grotescos) y el parpadeo de sus ojos, acompañados por un sonido que les pertenece y a la vez no, porque Allah decide divorciarlos, al desincronizar las voces, poniendo en duda su pertenencia. ¿Es, finalmente, importante poder identificar a cada uno, o funcionan como un todo indivisible?

La propuesta de Allah es denuncia, reflexión y exposición de una sabiduría negra venida a menos, oculta bajo la marginalidad que los aplasta. Su ritmo apaciguado les resta revoluciones, y se cotrapone a las voces que, sincopadas, van narrando historias de drogadicción, robo, fantasía, delirios, enfrentamientos, y un cuerpo común ante la policía, que se convierte en el antagonista de la narración, un relato hecho a partir de la sumatoria de distintos puntos de vista, que terminan por ser las aristas de un solo poliedro.

vidaNueva vida (Kiro Russo, 2016)

Kiro Russo, en un ejercicio voyerista, observa, desde un punto elevado, a una pareja joven y su hija recién nacida, quienes interactúan en un apartamento ubicado en los aires de un edificio, a primera vista sencillo, de escasos elementos. El autor vuelve, en cada escena de la película, a los espacios habitados sin poder instalarse del todo en ellos. Esa lejanía no es gratuita. El zoom in, aletargado y sutil, no es otra cosa que la imposibilidad por conocer a plenitud a los personajes, quienes resultan, de algún modo, inasibles. Un intento fallido por ingresar a su intimidad, como el del fisgón que capta la vida del otro parcialmente. De ahí la elipsis y la fragmentación con que muestra la cotidianidad y aparente deterioro en la relación de los protagonistas. Solo así es posible acercarse y articular un relato en donde, a pesar de la economía de recursos, logran filtrarse elementos que le dan forma y sentido.

Kiro Russo apela al distanciamiento y la textura del material fílmico, para narrar una historia simple y áspera, la de una pareja que debe enfrentarse a la crianza de su primer hijo y asumir los riesgos y consecuencias que esta trae, esa nueva vida que, paradójicamente, podría perjudicar la suya en conjunto.  

amazonas

Amazonas (Carlos Piñeiro, 2015)

Una carretera que parte la amazonía en dos es el inicio del cortometraje de Carlos Piñeiro. Un paisaje que, contrario a lo que el imaginario común podría suponer (de un cromatismo vivo y reverberante), se muestra lúgubre, hostil, enfermizo. Piñeiro opta por desaturar el color y uniformizarlo, acorde a la angustia que sufre su protagonista, un hombre de mediana edad que es llevado con mentiras a un lugar que ni siquiera logra identificar. Ahí sufre el confinamiento y la agresión por parte de sus empleadores/captores, rodeado de máquinas automáticas en cuyo interior la ropa gira y gira, en una metáfora líquida de la monotonía y el encierro de la que es víctima el personaje. Un hecho cíclico, finalmente, como el movimiento del tambor, que comprende la trata de personas, el narcotráfico y el engaño.  

En este universo ubica Piñeiro su historia, que se sostiene gracias a la fotografía y algunos planos detalle en donde la incomodidad y la zozobra se vuelven tangibles.