Entrevista e ilustración de Aldo Huapaya


Dualidad. Es una de mis palabras favoritas y creo que es la indicada para introducir esta conversación que tuvimos con Alberto Montt, humorista gráfico popularmente conocido por su blog “Dosis Diarias”, que estuvo de paso por Lima invitado por el II Festival de la Palabra. Nacido en Ecuador (aunque naturalizado chileno), desde pequeño comenzó a cuestionar profundamente no solo lo que veía a su alrededor sino también lo que la gente decía alrededor de él. La diferencia entre lo correcto y lo inapropiado, lo puro y lo pecaminoso fue configurando durante su vida, sin que él lo supiera, muchas de sus actuales viñetas en las que la religión, el amor y los temas sociales, son abordados desde un punto de vista crítico y divertido, convirtiéndolo en uno de los humoristas gráficos más importantes de Latinoamérica.


Al googlearte descubro que el primer artista relacionado que aparece es Quino, ¿qué te parece eso?

El tema es que Quino, por esas casualidades de la vida, fue lo primero que leí, Mafalda fue el primer libro que tuve en las manos, porque vivía en el campo y mi viejo iba al pueblo y esos eran los libros que había en Ecuador. Entonces me formé con Quino, es como la primera lectura visual, la primera lectura escrita, y fue una suerte porque después uno se da cuenta de que era un genio, y que su obra es mucho más que dibujitos. Ha formado y forjado generaciones en Latinoamérica, yo soy parte de una de esas generaciones y sin duda mucho de lo que hago es un resultado directísimo de eso.

O sea, no solamente te animó a meterte en este mundo, sino a cómo poder transmitir tus ideas.

Es que de hecho, por un lado como un encuentro gráfico, visual, la primera vez que veía dibujos, y dos, cuando empiezas a leer y darte cuenta que son ideas. Creo que hay dos tipos de trasmisores de ideas en este mundo: el que te dice lo que piensa, para que tú pienses por ti mismo, y el que te dice lo que tú tienes qué pensar. Quino es el que te dice lo que piensa para que tú pienses por ti mismo.

Que es lo ideal, porque en el otro te lo imponen.

Absolutamente. O te lo imponen por la fuerza, o por repetición, o porque ponen minas en pelotas, te lo imponen.

Y al final ese termina siendo el más fácil porque el otro necesita cierta creatividad o imaginación, para que a través de lo que tú dices, hagas que el otro también coja lo que tú querías decir y se ponga a pensar.

Sí, exacto. En el fondo el mensaje que a mí me gusta consumir es ese que lo termina quien lo lee, no que lo termina quien lo hace. Un mensaje que te lo dan hecho no tiene ningún valor. Lo ideal es que despierte algo en ti que lo haga completarlo, sino no tiene sentido.

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Yendo al inicio, ya en el 2006, ¿qué te hace dar a luz a tu blog, a Dosis Diarias? 

Yo trabajaba como ilustrador para editoriales, publicidad, que sé yo, y, como todo trabajo, termina siendo súper monótono. Empiezas tomando fotografías porque lo amas, y después estás harto de tomar fotografías para otros, tiene que haber un punto en que te reencuentras con esa pasión y lo haces por ti mismo. Como yo crecí con humor gráfico tenía ganas de contar ideas, sin pretensiones de hacer reír, quería contar ideas. El reencontrarme con esa pasión hizo que  no soltara el lápiz. Comencé el blog como parte de esa necesidad, como un reencuentro con la ilustración como placer y no como trabajo.

¿A qué edad empezaste Dosis Diarias?

Viejo, no sé, si era en el 2006… a los 34 años.

¿Y todo lo que habías hecho antes de alguna manera no te había llenado?

Sí, te va llenando en partes, pero uno sigue dibujando porque es una herramienta de comunicación súper importante, pero cuando esa herramienta de comunicación está siempre al servicio de otro, yo creo que inevitablemente en algún momento vas a querer hacerlo por ti mismo.

Ser tu propio jefe…

Sí, pero más allá de ser tu jefe, poder comunicar tus propias ideas. Porque tú puedes tener un jefe, y comunicar tus ideas también. Pero sí, venía como parte de hacerlo para ti, sin la presión de alguien que te esté diciendo cómo, por dónde, a qué hora. Y ahí abrí el blog.

¿Y fue importante este trabajo que tuviste en empresas para desarrollarlo, o tú crees que si lo hubieras hecho a los 19 o 20 años habría tenido la misma pegada?

Es que hacerlo a los treinta y tantos años te da circo, ¿me explico? A veces me preguntan cuánto me demoro en hacer una viñeta, siempre digo, no sé, 40 años y 40 minutos. Siempre es el resultado de todo, nunca es nada puntual. Una viñeta que hubiera sido hecha a los 19 habría sido totalmente distinta incluso si la edad hubiera sido la misma. El acercamiento que uno tiene con los años es muy distinto. Tú eres chico y algún día vas a darte cuenta y vas a decir “wow, cómo escuchaba esto, cómo entendía esto de esta forma”. Cada día hay algo que te modifica en el mejor de los casos, a menos que tengas una vida súper estática en donde no hay cambios desde los 22 hasta los 37 años. En mi caso ha habido muchos casos, y sigue habiéndolos, incluso cuando veo dentro del mismo blog, las cosas que me interesaba tratar en el 2006, son totalmente distintas a las cosas de las que hablo ahora. Eso está bueno, sino estaría estancado.

Sería todo repetitivo. ¿Se podría decir que más joven no hubieras tenido más éxito, sino que fue diferente?

El éxito es súper relativo. ¿Qué es el éxito, llegar a mucha gente, ser apreciado? O sea, los One Direction llegan a mucha gente, y me sigue gustando más Bob Dylan.

¿El término sería popularidad quizá?

Popularidad puede ser… yo creo que no. Primero, si lo hubiera hecho a los 19 años no existía internet y todo lo que hago es desde internet. Segundo, ¿digamos que ahora tuviera 19 años? No, es otro acercamiento. Una vez escuché una frase que me la dijeron refiriéndose a un chef, un chef joven que estaba teniendo un gran éxito a los 24, 25 años, y que tuvo mucho éxito, y al poco tiempo no supo qué hacer con el éxito, su trabajo empezó a volverse repetitivo y tal, y alguien, un crítico, me comentaba respecto de este caso, me dijo: lo peor, si quieres matar a alguien, aplaudele de joven. Y es un poco eso, cuando eres joven no solo no estás en posición de decir las cosas de la misma forma, sino que además no estás en posición de manejar lo que se te venga. A mí me dicen que soy un imbécil en el blog y no me lo creo, y si me dicen que soy un genio tampoco me lo creo. Por ahí que a los 19 años en el blog me decían que era un imbécil, me hubiera sentido un imbécil, me decían que era un genio, me hubiera sentido un genio. La edad te da una distancia con las cosas, eso que te dicen los viejos termina siendo real. La experiencia es impagable.

Montt

Cuando empezaste a publicar, ¿lo hiciste con la idea de encontrar más gente que pensaba como tú? A veces los jóvenes tienen ese sueño de encontrar más gente que también quiera cambiar las cosas malas que ve, que es medio idealista.

No, yo en eso he sido siempre súper honesto, yo no hago el blog para intentar cambiar a nadie. Yo hago el blog porque es un ejercicio personal que me ayuda a ordenar mi cerebro, a ordenar ideas. Como consecuencia me di cuenta de que había más gente que tenía ideas parecidas a las mías, pero yo no hice el blog esperando esa relación, yo creo que si hubiese hecho así habría sido un fracaso. Al igual que ahora muchas veces me preguntan si es que yo me fijo mucho en lo que la gente dice cuando voy a hacer una viñeta, o si me autocensuro. La verdad es que no, no me fijo y no me autocensuro, sigo siendo yo el principal cliente. Yo creo que en el momento en que empiece a fijarme en lo que el resto está pidiéndome, o lo que el resto espera, ya no tiene ningún valor, deja de ser un ejercicio personal que hizo que en un principio tú te enganches con eso. Entonces no, nunca lo hice con el afán de conectar. Ahora, obviamente hay una dosis de ego, sino me habría quedado con los dibujitos en el cuaderno, si lo estás mostrando es porque quieres mostrarlo. Mi objetivo es mostrarlo, no lo que vaya a lograr con ese mostrarlo. Todo lo que ha ido pasando ha sido una sorpresa, que haya gente que lo ve, que compra el libro. Incluso que haya salido el libro para mí es una sorpresa. El hecho incluso de haber continuado haciéndolo es una sorpresa, yo comencé con cuatro, cinco, siete viñetas. Dije voy a hacer una cada día (porque al comienzo era una al día), y no puedo creer cuando veo atrás y hay tres mil dibujos.

¿En qué momento de tu vida surge esta idea del bien y el mal, el diablo y Dios?

Bien pequeño, doce, trece años, cuando uno empieza a consumir cosas que te van llevando por un camino, ya te regalaron tu primer disco de Pink Floyd, ya leíste un primer buen libro, pero yo creo que la religión fue súper importante para mí desde ese aspecto, la primera vez que escuché a un cura o un pastor diciendo “no, esto está mal”, y yo sintiendo en mi interior que eso no estaba mal. Ahí dije esto no me cuadra, no puede ser que algo que para ti sea tan malo, para mí sea normal. Entonces ese fue mi primer acercamiento al evitar todo tipo de categorización, no puede ser que para ti esté mal tener sexo antes del matrimonio, y para mí esté tan bien, no por un tema de qué rico, sino por un tema de que es parte esencial en una relación. No puede ser que para ti esté mal que una mujer tenga derechos iguales a un hombre, y para mí esté bien. Son cosas que te van haciendo cuestionar, entonces la dualidad que está en todo, terminas viendo el mundo desde esa dualidad, terminas viendo cómo esas diferencias al final han ido haciendo mierda la sociedad a lo largo de tiempo, y cuando te das cuenta de eso, es cuestión de releer los mismos libros que leíste desde esa perspectiva y te das cuenta de que hay mensajes, que todo el mundo está en las mismas, que todo el mundo tiene esa sensación, que todo es más relativo, que todo está más en el medio. El Dios y el diablo funcionan muy bien para hablar de eso.

Y en ese aspecto, lo religioso siempre causa polémica. ¿Cuál ha sido el comentario más curioso sobre tu trabajo?

En general, como yo publico en internet, al que no le gusta no entra, se acabó. No es lo mismo que cuando tú estás en un periódico y pones tu viñeta, y el tipo que paga todos los meses para recibir el periódico recibe una viñeta que lo ofende, en internet al que no le gusta se va. Igual hay cosas graciosas, recuerdo yo tenía una viñeta que era Jesús y Pedro están pescando, en un bote, y Pedro está sacando un niño y dice: “Señor, pescamos uno, pero es muy joven, ¿lo suelto?” y Jesús le responde: “No, mientras más jóvenes es mejor para pescarlos”. Haciendo referencia a los casos de los curas de mierda. Y un día una niña en Venezuela, a través de redes sociales, mandó una foto de una iglesia donde usaban esa imagen para llamar a catequesis. Entonces los tipos no entendieron, no pudieron decodificar el mensaje y ellos lo entendieron literalmente, como sí, es mejor pescarlos y ellos dijeron “sí, tiene razón este muchacho”. Eso me dio mucha gracia. O ponte una vez unos tipos abrieron un grupo en Facebook que decía “denuncien la página de Alberto Montt porque es un hereje, nos insulta a todos los cristianos que creemos en el santísimo, miren lo que hace”, e hicieron una recopilación de ilustraciones mías de Dios y el diablo, y es la mejor recopilación que ha hecho nunca nadie en la vida, entonces mucha gente entró a esa recopilación y dijeron oh, qué buena, lo voy a seguir. Entonces le salió el tiro por la culata (risas)

Clavos

Respecto al cómic, éste nace con la idea de transmitir de una manera más fácil y entendible, por el uso de imágenes, ¿crees que mantiene la misma función actualmente en Latinoamérica?

Sí, yo creo que el cómic, que la imagen en general, es realmente potente para transmitir ideas, es muy subversiva la imagen, porque siento que hace un bypass a muchos filtros que uno tiene, desde esa perspectiva el poder que tiene se evidencia en casos como el de Ecuador, que hay un tipo que hace un viñeta, y el gobierno sale a sancionar enseguida, o en Venezuela, un dibujante colombiano hizo una parodia del escudo venezolano y Maduro quería armar guerra, en vez de entender de lo que se estaba hablando, entonces siento que el humor, el cómic y la imagen son probablemente una de las herramientas más eficientes que tiene la comunicación humana para transmitir una idea.

¿Aplicas la crítica a tu vida diaria? En una entrevista anterior noté que criticabas desde problemas sociales hasta la lógica de series animadas como Dragon Ball.

Más que crítica es observación, o sea no puedo creer que este tipo está corriendo tres horas detrás de una pelota pensando cómo va a meter el gol. Puto Oliver Atom, tira la puta bola de una vez (risas). Hay cosas que uno debe haber crecido con eso para disfrutarlas y me gusta mucho poder verlo desde fuera, poder ver los Supercampeones…

Creciste viendo esa serie?

No, la vi de viejo.

¿Con qué serie creciste?

Yo crecí con series mucho menos interesantes, crecí con los Thundercats, con Transformers, con G.I. Joe. Siempre me parecieron un poco pelotudas, las series que realmente disfruté las disfruté mucho más grande: Bob Esponja, Los Simpsons. Yo consumí televisión muy viejo, la primera televisión debe haber llegado a mi casa cuando yo tenía diez o doce años, cuando hay niños que se amamantaron con televisión, y ahora ni qué hablar. Entonces yo llegué a la televisión ya con mucho bagaje de literatura de humor, ya había leído todo Mafalda, cosas más baratas como Garfield y cosas más elevadas como Fontanarrosa, entonces cuando yo veía esas series me emocionaba, claro. Yo veía G.I. Joe feliz, pero siempre era: no puedo creer que el imbécil del General Cobra tenga ese plan, o no puedo creer que los idiotas de Mazinger hagan un robot que casi lo hace mierda a Mazinger y después en vez de hacer tres robots de esos, hacen otro robot. Esas cosas desde muy chico ya era como no tienen lógica, y creo que a todo el mundo les pasó.

¿Tienes referentes cinematográficos o literarios?

Sí, a mí me gusta mucho el cine, el cine de humor, me gusta mucho los hermanos Coen, ese tipo de humor me vuelve loco, que no sabes si reírte o llorar. O me gusta mucho el humor que maneja Wes Anderson, como una exageración brutal. Y me gustan mucho las series también, que tienen ese contenido que uno tiene que decidir si es un drama o una comedia, Breaking Bad es increíble. Y la música también, escucho mucha música latinoamericana, escucho desde la Martiza Rodriguez hasta, no sé, tango. Dentro de eso también hay mucha música humorística que me gusta, me gusta el sentido del humor que tiene Kevin Johansen o Tom Waits, por ejemplo. Me gusta esa gente que no sabes si te está hablando en serio o en broma.

¿Aplicas lo mismo en tus post?

Yo creo que sí, no con ese nivel de calidad, pero hay muchas veces que, por ejemplo, en twitter escribo cosas y hay gente que cree que las estoy diciendo en serio, a pesar de que claramente es una ironía. Hay dos tipos de personas en el mundo, los que entienden el sarcasmo y los que no entienden el sarcasmo, así de simple. Y con los que no entienden el sarcasmo no puedo tener una conversación, porque me gusta cuando la conversación está a varios niveles, ahí puedes entender que va más allá del doble sentido. Tengo problemas en las comunicaciones concretas, por eso no soy gerente de nada.

¿Qué le aconsejarías a los jóvenes?

Lo que aconsejo siempre, una y otra vez, por ejemplo con respecto a las pasiones, como dibujar, como escribir, es: hazlo solamente si es inevitable hacerlo. Si para ti no hay opción, hazlo. Pero si en tu cabeza hay una opción, quiere decir que quizá no lo quieres con tanta fuerza y no vas a estar dispuesto a recibir los golpes que vas a recibir, porque vas a recibir. O sea, como te digo, yo salí de la universidad y me demoré 15 años en tener la primera viñeta, y la primera viñeta no fue ningún éxito, recién ahora estoy empezando a viajar, o contar historias, después de 20 años de haber salido de la universidad. Es una carrera larga, y si en tu cabeza está la opción: “¿voy a escribir o mejor me dedico a ser doctor?” Si está en tu cabeza esa duda, dedícate a lo otro porque no vas a aguantar el camino de mierda que tiene un dibujante, o un escritor o un cineasta. Pero, ahora, si no tienes opción ni siquiera tienes que preguntar. Ahí es cuando vale la pena, cuando no tienes opción.