Por Allison Valladolid


Giuliana Vidarte siempre quiso, tal como lo sugiere su apellido, dedicar su vida al arte. Supo desde pequeña que no tendría una vida profesional convencional. Considérenlo una gran habilidad para predecir el futuro o para cumplir con lo que se propone. Antes de ingresar a la Escuela Nacional de Bellas Artes en el 2010, su conocimiento sobre las artes plásticas era similar a la del ser humano promedio. Podía reconocer el rostro de Van Gogh, Picasso o Rembrandt en los libros de historia del arte. Es que antes, los creadores eran los únicos personajes que salían impresos a todo a color. Hoy en día, el reparto ha crecido. También se le dedican páginas a los críticos de arte, a los coleccionistas, a los asesores artísticos, a los galeristas, a los curadores. Un curador, tal como lo indica el diccionario, es alguien que cuida de alguna cosa. Cuidar de obras de arte, por ejemplo. La curaduría es un tanto incierta y los curadores, una especie de criaturas híbridas. Nadie puede definirlos con exactitud pero queda claro que son producto de una mezcla. Son como robots sacados de alguna viñeta japonesa, capaces de convertirse en la herramienta que uno justo necesita.

A Giuliana se le conoce como curadora. No existe un cartón que se lo afirme pero tampoco lo requiere. Cuando está en el campo de batalla, se transforma en crítica, en encargada de recolección de fondos, en archivista, en investigadora, en asesora. Cuauhtémoc Medina, en su texto “Educando a Frankenstein”, compara al curador con el monstruo literario manufacturado con distintas partes humanas. Un compuesto de múltiples identidades capaces de desarrollar múltiples tareas. Muchos en el mundo del arte se consideran el personaje de Mary Shelley. El artista londinense Glenn Brown dijo en una entrevista refiriéndose a su obra: “Soy un poco como el Dr. Frankenstein, ya que construyo mis cuadros con restos o partes muertas de otros artistas”. Brown cita motivos de los maestros clásicos, como es el caso de El Greco, Murillo, Auerbach y Dalí, en sus cuadros y los interviene, desfigurándolos y llevándolos hacia el camino de la pesadilla. Digamos que, para ser curador, basta con empezar a asumir el rol. Es esa cosa que le pasa a los poetas y en algunos casos, a los mismos artistas.

Llegó al mundo del arte sin saber mucho de él. Repitió el plato con la curaduría. Para Giuliana, todo fluyó. Solo sabía hacer un poco de todo. Tener una gran habilidad con las letras, poder construir textos claros y directos. Saber cómo conseguir dinero a través de auspiciadores y cómo conectarse con el artista. Tener todas estas identidades paralelas. Algunos afirman que curar es hacer una gran obra de arte con las piezas de los artistas y Giuliana no discrepa. En el fondo, curar es un rol creativo. En el 2014, obtuvo una beca de la Gwangju Biennale. Visitó la tierra del videoartista Nam June Paik, junto a otras 19 personas de distintas partes del mundo, para llevar el International Curator Course en Corea del Sur. Muchos de ellos venían ya de realizar masters en universidades a las que Giuliana le habría gustado aplicar. Le encantó poder ver y conocer cómo trabajaban sus colegas. “Esta oportunidad me pareció interesante porque a veces no tienes muchos interlocutores aquí en Lima para ponerte a pensar en lo que haces”. Su confidente aquí, en cuanto a temas curatoriales, es Florencia Portocarrero, con quien ha co-curado algunos proyectos y promueven, junto al artista Iosu Aramburu, Charla Parásita, un evento itinerante e independiente que se activa en un espacio huésped diferente en cada edición, con el fin de hacer participar a artistas, curadores y gestores culturales internacionales y generar diálogos en torno a la producción artística contemporánea.

Algo que ella también disfruta hacer es jugar con las letras. Obtuvo un Bachiller en Literatura Hispánica en la Pontificia Universidad Católica del Perú en el 2007. Como parte de esta faceta, publicó unos cuentos que escribió cuando llevó talleres de creación literaria. La universidad realiza cada año una publicación y no dudaron en invitarla a participar con uno de sus cuentos titulado La Pianista. Giuliana escribió en cada hoja líneas de texto o párrafos en donde describía, a manera de visión introspectiva, la vida de una chica que tocaba el piano y lo que significaba tocar para ella. Dentro de sus publicaciones relacionadas al arte se encuentran El viaje del héroe de Fernando Gutiérrez ‘Huanchaco’, publicado en 2012. La fiebre del archivo. Vestigios del esplendor del caucho y otros mitos amazónicos en la obra de Christian Bendayán, publicado en 2014 y José Tola. Desde el mirador del tiempo, en co-autoría con Florencia Portocarrero, el cual será publicado en 2015 por la Municipalidad de Magdalena. El tema del arte amazónico es algo que le interesa mucho. Cree que en el arte peruano hay muchos vacíos en cuanto a temas de investigación. Una pregunta frecuente que se hace es ¿a dónde voy para saber qué se hizo o qué historia tengo tras de mí en cuanto a exposiciones se refiere? Siente que hay pocas fuentes y eso la motiva a investigar. Actualmente, se encuentra en un proceso de investigación sobre Paiche, la novela de Cesar Calvo de Araújo, y sobre su obra en general. Escribió un pequeño artículo para el libro que se publicó para la exposición Calvo de Araújo. La selva misma. El artículo llevó por nombre Apuntes para una futura investigación de César Calvo de Araújo y lo que está haciendo ahora es tratar de continuar con el proceso. Cuando termine con ello tiene planeado comprar más libreros. Su colección de libros se ha salido de control, tiene que esconderlos en cajas por falta de espacio.

Belém

Giuliana junto a Christian Bendayán en Belem.

Tener una formación en literatura la hizo desarrollar un TOC: su pequeña obsesión por el orden. Llevar clases de corrección de estilo la llevó a convertirse en alguien detallista. Como si un día fuera un documento de Word en donde hay que resaltar, corregir y editar. “Hay una especie de batalla. No me gusta que la gente con la que trabajo diga que soy la ordenada del grupo”, me dice en mayúsculas y con signos de exclamación. Me promete que va a tratar de cambiar eso un poco y luego agrega: “El arte debe tener este lado de movimiento, de fluidez. De dejar que las cosas pasen y no estar al control de todo, pero soy madre. Debo ser más ordenada y organizar mis tiempos. Creo que eso ha influido mucho”. Desde que nació Alejandra, Giuliana tiene que hacer el doble de horarios. Desde que dejó de trabajar en horario de oficina en el Museo de Arte de Lima hace algunos años atrás, se dedica a la docencia. Este último suceso, sembró en ella la gran paciencia que tiene a la hora de organizar sus clases. Las prepara eligiendo con cuidado los materiales que usa y los temas que tocará. Desde 2012 es docente en la Escuela de Arte Corriente Alterna. Al inicio de cada ciclo, empieza la clase preguntando a sus alumnos ¿qué es ser curador? Muchos terminan el curso sin poder responder.

A veces, ser curador requiere de convertirse por unos minutos en guardaespaldas de la farándula. Durante el 2012, y con un bebé en camino, Giuliana trabajó junto al artista Huanchaco en el proyecto de la Casa Museo de Leonidas Zegarra. Apareció en la casa de Susy Díaz, personaje mediático, para conversar con ella y proponerle ser parte de la idea, ya que ella era una de las actrices que participó en los filmes más conocidos del cineasta peruano. Susy hizo de la experiencia algo inolvidable para Giuliana, quien recuerda que ella, el día de la inauguración, apareció junto a Andy V (su esposo en ese entonces y también personaje de la farándula) bajo la excusa de que estaba recién casada y no podía dejar a su esposo en casa. Ambos caminaron en una especie de procesión, como parte de la performance propuesta por Huanchaco, y Giuliana tuvo que protegerlos de la avalancha de gente que se les acercaba a saludarlos. Protegerlos con su panza de ocho meses. Giuliana considera a Huanchaco el artista más divertido con el que le ha tocado trabajar. Otro de sus favoritos es Christian Bendayán, con quien comparte su gusto por los temas amazónicos. Alguien de quien siente que ha aprendido mucho. “Si te interesa el trabajo del artista y te genera empatía, es suficiente para movilizarte. Es lo que te motiva a trabajar”, afirma.

A pesar de que no ha visto ningún cuadro de él en vivo, Giuliana no vacila en contestar que sería la obra de Rembrandt la que quisiera curar algún día. Está maravillada con la capacidad que tiene de pintarse. De cómo utiliza las capas de pintura como símbolo de pesar. Como de un hombre que envejece, que lleva el peso del tiempo en el rostro. “Rembrandt es una maravilla. Creo que es totalmente moderno. Arte moderno, él está adelantado a su época”, dice de uno de los pioneros de los selfies. Dentro de las muestras que ha curado resaltan La Encomienda (2013), realizada en Klaus Steinmetz (Costa Rica) y ArtBO (Colombia). Una serie de exposiciones desarrolladas a partir del trabajo del colectivo de artistas peruanos La Encomienda y donde se abordaron las nuevas propuestas de fotografía contemporánea peruana. La buena tierra y el señorío de las amazonas (2013) en Centro Cultural Británico, Sede San Juan de Lurigancho. Exposición que propuso una nueva lectura de la obra de Christian Bendayán, realizada entre 2007 y 2013. De su largo llanto se formó el Amazonas (2014), realizada en el Centro Cultural Ricardo Palma, en una co-curaduría con Christian Bendayán. Muestra que reunía obras de artistas peruanos y extranjeros que construyen narrativas alternativas a las de la historia oficial del Perú. Y la más reciente: Calvo de Araújo. La selva misma (2015), realizada en la Galería John Harriman del Centro Cultural Británico. Esta exposición fue la primera muestra retrospectiva del artista amazónico peruano más importante del siglo XX, en donde se reunieron más de setenta obras que incluían pinturas, esculturas, material de archivo y fotografías de la vida del artista. Además, se presentaron dos videos documentales dedicados a su obra.

Giuliana no olvida que quiso ser artista. Eligió la especialidad de grabado en la Escuela Nacional de Bellas Artes pero no pudo poner nada en práctica porque solo hizo los dos primeros años de estudios generales. Nunca entró a taller. Ella no pierde la oportunidad de contar que su próximo gran proyecto es ser artista. Ya eligió un medio: el videoarte. Estar rodeada de artistas ha hecho que le pique el bichito de querer crear. Ya ha encontrado temas de su interés que le gustaría llevar al formato del video. Se ha visto en varias oportunidades trabajando y ayudando a alguien más y eso le ha dado las ganas de seguir explorando en el medio. Pero por ahora es imposible, tiene proyectos relacionados a la escritura e investigación como prioridad. No hay forma de que se olvide de ser artista. Al llegar a casa, su esposo escultor se lo recuerda, a veces sin querer. Parte de sus proyectos a futuro es trabajar junto a él en piezas de video. Giuliana ha intentado repetidas veces curar su trabajo pero él aún no la ha dejado. No sabe cuál de estas dos opciones es la que tiene más difícil: curar la muestra de su esposo o la de Rembrandt.