Por Eduardo Roncal


Una exposición colectiva de ilustración se montaba en la Casa del Árbol, un pintoresco espacio cultural donde pasé varias noches en Buenos Aires, a media cuadra del cruce de las avenidas Santa Fe y Fitz Roy, en Palermo. Empezaba la primavera, y celebrar su llegada era el motivo de la muestra. Había salido un sol majestuoso que duró casi toda la mañana, hasta la súbita aparición del gris cargado de agua en el cielo, pues en cualquier ciudad que no sea Lima, un cielo gris es presagio de un duchazo. Cayó una, cayeron dos, y miles de gotas de lluvia. A pesar de estar un poco empapado, pasé a ver cómo iba todo, y allí la conocí. Bueno, conocí primero su trabajo, y luego dejé salir un tímido “hola”, como cuando entras a un lugar lleno de gente que no conoces, porque, de pronto, eso fue al inicio.

Había textura, colores y una paleta atractiva, todo esto sobre un papel lindo. Pregunté dónde había impreso sus piezas y fue así que la conocí. Su inconfundible acento me dijo que ella, así como yo, estaba lejos de casa. Y es que hay una emoción diferente cuando tus trazos viajan por el mundo. Esa tarde, mientras colgábamos nuestras piezas en la sala, estaban Medellín y Lima reunidos.

Una niña y un oso, es lo primero que me viene a la mente al recordar esa tarde. ¿Qué le dice la niña al oso? ¿Qué le dice el oso a la niña? ¿Qué le dicen los animales y las plantas a Juliana Cuervo? ¿Será acaso que, a través de estas criaturas bañadas de rojo ladrillado desaturado y variados verdes, Juliana nos habla de su natal Medellín? Pues sí, y lo hace con melodías visuales pues, ¿qué sería de una ilustradora colombiana si no trae la fiesta musical de su patria con ella? Cuervo responde con piezas impregnadas de ritmos y objetos que bailan, cual paisa feliz con sombrero, al son de su tierra y el imaginario popular.

Y así, Juliana, se abraza a sus personajes, a sus historias, a su paleta, a su cultura.


Soy Juliana Cuervo, me dedico a la ilustración de día y a la música de noche (y de día también, en realidad). Estudié Dirección para cine de animación en la ciudad de Buenos Aires.  Mi trabajo tiene un poco de todo, un estilo naive, mucho color y texturas. Me gusta mucho crear e inventar historias, construir pequeños munditos en base a lo que he vivido. Amo la pizza y las palomitas de maíz, los animales y la cultura ancestral. Trato de llevar todo esto a mi trabajo.


Los 7 chacras de Juliana

Un buen disco para trabajar

Todo depende del estado en que se esté, pero Tomorrow’s Harvest de Boards of Canada es uno de los que siempre escucho.

Lo más interesante que leíste últimamente:

El génesis revisado. Prácticamente me voló la cabeza… pero ya lo superé.

Lo más insólito que has vivido o escuchado:

Una vez vi un ovni (no estaba sola, tengo testigos… jeje)

3 películas que te influenciaron:

Vertigo, One Flew Over the Cuckoo’s Nest y El viaje de Chijiro

En qué momento de la historia te hubiese gustado vivir:

En ninguno, trato siempre de vivir en el ahora.

5 objetos que no pueden faltar en tu casa o taller:

Plantas, Incienso, lápices, libros infantiles, una lamparita de luz amarilla.

Qué te gustaría hacer antes de morir que aún no hayas hecho:

Un corto/libro/álbum.