Paula Bonet nos cuenta sus “7 chacras” y nuestro editor escribe una reseña desde el encanto, movido por la pasión de la artista española que se ha convertido, sin lugar dudas, en una de las ilustradoras más importantes de Europa.

Por Eduardo Roncal


El director de Perronegro tuvo a bien invitarme a formar parte de este equipo hace ya varios meses, y me recordó días atrás la responsabilidad que estábamos asumiendo al publicar, en nuestra cuarta edición, el trabajo de Paula Bonet, una de las ilustradoras más importantes que ha dado Europa en los últimos años. Junto con esta responsabilidad, debo hacer una advertencia al lector pues, lo digo con honestidad y sin avergonzarme, voy a divagar por (varios) momentos, ya que trataré de escribir siguiendo sus trazos y, ante todo, sus pinceladas difíciles. Esta reseña no se basa, como en ocasiones anteriores, en una experiencia directa y vital con el artista, sino en un profundo encanto.

Empezaré con una pregunta necesaria: ¿Cómo romper una tradición? Digamos que está dentro de lo previsible que al salir de una escuela de arte tengas una estrecha conexión con el óleo, esas ganas imperiosas de cubrir con paciencia un lienzo para poder ver, luego de capas y capas de pigmento, una obra terminada, al conciliarse finalmente el tiempo y la oxidación. Es previsible también una intensa crítica hacia aquello que sucede alrededor y, sobre todo, lo que sucede con uno mismo, y no es sino hasta identificar lo que nos pasa (algo que puede tomar años) que uno decide hacer algo con ello. Paula lo hizo con maestría.

La pasión es así, desbordante, y en una mente joven que se encamina a las expresiones creativas, las ideas no dejan de surgir nunca, junto con el hambre de dibujar algo nuevo todo el tiempo, y esas ideas deliciosas que transitan nuestra mente solo nos producen más ganas de que salgamos a atraparlas. Atraparlas, como hace Paula, en un papel, dejándolas vivir en él como el alma en el cuerpo. Porque, estoy tentado a asegurar, esas veladuras son el alma de sus personajes, que quieren escapar del óleo.

Porque el óleo, en algún punto, no fue suficiente, y la búsqueda de resultados más inmediatos y efectivos la llevó a experimentar. Paula consiguió transitar ese proceso al invitar acuarelas y tinta china a su fiesta para, a través de ellas, narrar de mejor modo las historias que tenía guardadas.

¿Quiénes habitan su universo personal? Una fuerte presencia anatómica, el primer plano, el detalle, el juego de manchas y líneas interminables que se confunden poco a poco con el foco que hace a sus cabellos y, sobre todo, ese silencio que rodea a sus personajes, un silencio que encierra el color y la encierra a ella en un mundo interno que le permite salir.

Además, el hombre puesto en evidencia, descubierto en su lado más voluble, puesto en contraste con una feminidad que, sin miedo, muestra su arista más íntima y que, aún al dejarte atravesarlo, sigue siendo impenetrable.

Un mar de lágrimas que la inunda y en él una bestia gigante que minimiza su inmensidad, ante la melancolía de un turquesa esmeralda que la construye y que, a pesar del azul, la sostiene. Una oda a la fragilidad de los temas y a la fuerza de su ejecución. Un elogio a la humanidad y cómo, ante ella, el universo se nos ofrece entero. Una duda sobre el instante en que vivimos, esa pequeña fracción de tiempo que encierra cada una de nuestras acciones. Una larga pregunta, en fin, sobre qué estamos haciendo y, también, sobre cuál será nuestro siguiente primer plano.


“La pasión por un proyecto es algo necesario para hacerlo real, y la necesidad de contar cosas, personalmente para mí, es el motor perfecto para alimentar esta pasión” . Paula Bonet en TEDx 2014


Los 7 chacras de Paula

  1. ¿Un buen disco para trabajar?

Who is the sender? de Bill Fay.

  1. ¿Lo más interesante que leíste últimamente?

Aprendizaje o libro de los placeres, de Clarice Lispector.

  1. ¿Lo más insólito que has vivido o escuchado?

Que alguien niegue el talento indiscutible de Sallinger.

  1. ¿Tres películas que te influenciaron?

El cielo protector, de Bernardo Bertolucci; Camille Claudel, de Bruno Nuytten y La mujer de al lado, de François Truffaut.

  1. ¿En qué momento de la historia te hubiese gustado vivir?

En el París de los sesenta.

  1. ¿Cinco objetos que no pueden faltar en tu casa o taller?

Una gran mesa, mi librería, papel, minas de grafito y el pack de DVDs de películas de Truffaut.

  1. ¿Qué te gustaría hacer antes de morir que aún no hayas hecho?

Trabajar en una producción cinematográfica.