Toda crónica personal es una invitación -a la vez íntima y delicada- a apreciar sentimientos, hechos y reflexiones que al no ser tan ajenas se convierten en una comunión literaria. Nos complace de sobremanera empezar a publicar estas notas de nuestra editora asociada en Madrid. Alguien imprescindible para que esta revista exista


Verbos sin conjugar

Esa era yo en no sé que año de los 90. En otra vida. Escribí sobre eso alguna vez como escribo sobre casi todo. El texto decía algo como que yo hacía música o más bien estaba en un grupo y no para ser popular, yo cantaba para no ahogarme en mi aburrimiento. Ya era una gafapasta a los 15 años y hacía música y escribía pendejadas en una libreta que se robaron y un día dejé de cantar y empecé a ver películas para matar el tiempo, me acribillaba a cinco películas al día, me enamoré de Richard Edson, Gena Rowlands, Philip Seymour Hoffman y cuando no estaba viendo películas, leía. Intoxicada por la literatura perdí el contacto con mi entorno, la familia, los amigos, la ciudad misma. Aquellos días en Colombia no fueron fáciles. Mis primeros compañeros de clase fueron los libros, los sacaba de la biblioteca y al azar me llevaba 3 libros a la semana. Empecé a fumar con Rayuela, cada vez que Oliveira encendía un Gouloises, yo prendía un Pielroja. Un día dejé de ver películas y ya solo leía; hasta que dejé de leer; tanto mundo inventado por otro no me había fabricado el mío. Y hasta dejé de fumar, como si ya no hiciera nada. En esa época hacía cosas y solo quería saber quién diablos era yo en un mundo en el que todo el mundo parecía saber qué quería de la vida, yo no lo sabía en aquel entonces y creo que sigo sin saberlo, no es fácil saber que cosa eres, ¿a qué vinimos? A ser, existir, vivir, puros verbos sin conjugar.

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Ya no reconce a Sabina

Cuando llegué, lo único que sabía de Madrid era una canción que repetía un amigo mío sin parar con una guitarra que llevaba a todas partes, él adoraba a Sabina pero ahora no lo reconoce ante nadie porque se recicló en salsero y tiene un programa de radio muy conocido, todo lo conocido que puede llegar a ser uno en Medellín entre el minúsculo grupo de gente que le gusta la salsa, en todo caso, ahora es famoso y ya no reconoce a Sabina, eso no te da pedigrí para conducir un programa en Latina Stereo, pero antes de todo de la fama, se la pasaba con Sabina en la guitarra, de un lado para el otro, en veladas interminables, y siempre tocaba la de la línea uno del metro, «Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal ¿Dónde queda tu oficina para irte a buscar?» y fue ahí mismo, en uno de los edificios de la Plaza de Tirso de Molina, antes plaza del progreso, que vi asomado por un balcón a Joaquín Sabina y le pedía a unas fanáticas que gritaban su nombre, que esas no eran horas, que esas no eran las formas, que la gente dormía, que los borrachos también dormían, pero las chichas entendieron ese gesto, el que Sabina saliera por el balcón a mandarlas a callar como un éxito, y me acordé de mi amigo, el fan de Sabina en privado, lo que le hubiera gustado estar ahí, siendo silenciado por un señor en pijama asomado al balcón.


Claudia Jaramillo es cofundadora y Editora Adjunta de Revista Perro Negro en Madrid. No sabemos si esté de acuerdo con su descripción, pero es madre, poeta, escritora y diseñadora. En ese orden