Por Juan Manuel Roca

Nos alegra, y de sobremanera, poder seguir siendo la ninfa de la montaña que repite las palabras de uno de los poetas más entrañables y delectables que conocemos. En esta ocasión, el autor colombiano nos ofrece unas breves pero extremandamente útiles intrucciones para convivir


Para convivir con un fantasma

Los pasos a seguir a la hora de convivir con un fantasma, según los peritos  en ruinas y adioses, son diez, a saber: 

1. No comprar una casa moderna. Por su repelente limpieza las habitaciones nuevas son despreciadas por los fantasmas. Si escasean en su pueblo las casas con historia, puede contratar uno de esos arquitectos medio locos que construyen casas viejas. 

2.  No está de más alimentar pequeñas arañas en el cuarto de costura o en el desván. Los grises hilos de sus telas son las canas del lugar. 

3. La casa en cuestión debe tener, antes que nada, sótano y escalera. Sin sótanos los fantasmas no se animan a vivir, pues les encanta andar entre sillones viejos, bicicletas oxidadas y retratos de pálidas ausentes. 

4. Hay que dejar al alcance del fantasma trajes de bodas y ramos de flores disecadas, muchos de ellos siguen soñando con raídas sacolevas, con velos y mortajas. 

5. Cuando lleguen parientes incómodos o inesperadas visitas que lo obliguen a irse a morar en la alacena, es bueno dejarle a mano un viejo tocadiscos con canciones que hablen de lástimas y olvidos. 

6. Si hay cambio de domicilio no se debe invitar al fantasma hasta que la casa no exhiba como una herida de guerra su primera grieta. A su elegancia, a su andadura aristocrática le repelen las casas sin dolor y sin misterio. 

7. Nunca, si la familia tiene la fortuna de un piano de cola, dejar por descuido en el atril una partitura de música moderna. A lo máximo que llega el gusto musical de un fantasma, entre valses y mazurcas, es a un tango ruinoso. 

8. Cuando escuche que en la noche el fantasma descarga la cisterna del baño o sube las escaleras sin recato, no inquietarse, seguir durmiendo y dejar los sonidos de la casa a su capricho. Hay que saber, como hacemos con el cuerpo, convivir con un huésped clandestino. 

9. No sorprenderse si en las mañanas encuentra un periódico fechado en 1839 abierto a capricho del viento en la página social. Los fantasmas aman el pasado y no desean perturbar un tiempo muerto. Por eso solo leen noticias del XIX, detalles de crónicas rojas y costumbres de una época romántica.  Por eso se amparan en su vocación de historiadores. 

10. Que el fantasma sea, sin mezquindades, el rey de la oscuridad.

§

Diálogos con el otro, con el mismo

Todos tenemos un diálogo con el otro, un cruce de palabras con el fantasma que habita nuestro pellejo agazapado como un polizón, con ese alguien que de tanto soportarnos nos conoce mejor de lo que creemos. Ese otro puede permitirse sin permiso ninguno todo tipo de impertinencias y de hostilidades, ese alguien nos obliga a reflexionar y a dudar con mayor conocimiento y agudeza que cualquier entrevistador del afuera, que cualquier interlocutor espontáneo y desconocido. Aunque no logremos descifrarlo del todo, aunque sea la parte más cerrada de nosotros mismos, ese fantasma interior es sin duda la mayor prueba de que nunca estamos solos. ¿Quién si no él interrumpe nuestro largo y monótono monólogo, ese pequeño reino donde conviven, desde el siempre hasta el nunca nuestras más sordas y persistentes contradicciones?


Juan Manuel Roca es uno de esos raros poetas latinoamericanos que no solo son admirados sino lo que es más importante aún: leídos. Ha publicado más de treinta libros de poesía así como también narrativa y ensayo. Ha sido galardonado como periodista, pero es como poeta que ha ganado tres veces el Premio Nacional de Poesía en Colombia y también los Premios Internacionales de Poesía Casa de Las Américas, Lezama Lima, 2007 y Premio Casa de Las Américas de Poesía Americana, 2009. En el año 2014 recibió un Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia.

Esta es la página de Poetry International dedicada a Juan Manuel Roca