Por Juan Manuel Roca

Venciendo la idea de no publicar textos que no sean festivos para recibir un año, ya que por costumbre se les despide con mensajes optimistas, el conocido poeta colombiano nos recuerda que el optimista es un ser un tanto desinformado


Muy bien. Escriba que los atardeceres son fríos y que los que nos mataron tienen en las manos un inexplicable color de bermellón. Escriba que el país dejó atrás, como quien viaja en bicicleta y mira el espejo retrovisor, un reguero de muertos de gala que arrojan sus chisteras al aire. Anuncie los diarios del pasado con tranvías impresos en abril. Describa cómo fue lo que no pudo ser, los mapas mordidos por polillas y las zonas vedadas a sus pasos. Ponga en el papel que aún quedan afrechos de milagro, que la aldea sueña mientras duermen los celadores bajo las litografías de algún héroe en todas las alcaldías olvidadas. Ponga en letras góticas el nombre de un país que alcanzamos a ver y que luego se hundió en la niebla para siempre. Pregunte dónde queda la dirección del silencio a la hora de los timpanicidas que aúllan sus canciones en la radio. Averigüe, si tiene tiempo, dónde quedó pisoteado el ramo de la novia herida en pleno baile mientras sonaba el viejo himno de los ladrones muertos, la balada de las monjas que siembran escobas y riegan sus almácigos en una comarca bailadora y rapaz. Diga que no olviden apagar la luz en los kioscos del verano ni las orquestas de los salones que tocan valses en fuga. Cuente a sus nietos que el patio natal ya no existe y solo quedan vestigios en los parques, migajas de sueño en las ventanas. Diga a todos que se busca un país, que al que lo encuentre se le dará una buena recompensa.

§

INSTRUCCIONES PARA HACER UNA BANDERA

Que la tela de la bandera se agite al menor estímulo del viento. Como el colibrí, que sea un leve temblor de aire. Hay que ensayar su cadencia de bailarina, su ritmo de velero. Es bueno ponerla a prueba en las terrazas. No está de más comprobar que tenga ritmo, que pueda evocar túnicas de espuma, aspas de molino, nubes en la arboleda o repentinos oleajes. Debe tener vida propia, que atienda a una música inesperada y sin partituras. ¿Ya está? Ahora ya pueden ir tras ella a matarse.


Juan Manuel Roca es uno de esos raros poetas latinoamericanos que no solo son admirados sino lo que es más importante aún: leídos. Ha publicado más de treinta libros de poesía así como también narrativa y ensayo. Ha sido galardonado como periodista, pero es como poeta que ha ganado tres veces el Premio Nacional de Poesía en Colombia y también los Premios Internacionales de Poesía Casa de Las Américas, Lezama Lima, 2007 y Premio Casa de Las Américas de Poesía Americana, 2009. En el año 2014 recibió un Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia.

Esta es la página de Poetry International dedicada a Juan Manuel Roca