Sabemos que son muy contados los casos de artistas que descuellan no en una sino en dos disciplinas distintas. Tal es el caso de la poeta y artista plástica colombiana Gloria Posada. Esta nota es tan solo una forma de presentación de su trabajo que mirándolo con detenimiento son dos narrativas abordando los mismos temas


Un lugar en el olvido / siempre nos espera

Separación

Todo arte es una forma de narrar. ¿Pero realmente qué se narra en el arte? Más que nada, quizás el asombro de estar vivos y al mismo tiempo la desazón -o alivio- de saber que ese asombro perecerá con nosotros. De ahí que haya poetas como el galés Dylan Thomas advirtiéndonos «No entres dócilmente en esa buena noche» o Alejandra Pizarnik, quien bajo el título Silencios nos dice «La muerte siempre al lado. / Escucho su decir. / Sólo me oigo.» Ambos están protestando, explícitamente, contra el óbito del ser y su conciencia. No así, también hay poetas como Gloria Posada cuya obra es una muy refinada y delicada acuarela en contraposición a los espesos óleos poéticos de Pizarnik, Dylan Thomas, Vallejo y otros.

Digo delicadas acuarelas porque la arcilla poética de esta artista y poeta colombiana está hecha de los elementos más básicos y esenciales: luz, sombras, agua, cielo, árboles, sangre y sed. Son temas que se repiten una y otra vez en su trabajo escrito, particularmente en sus primeros libros. Lo suyo es un Oficio divino pues en esos poemas Gloria Posada parece haber creado una especie de refugio contra la ofuscada certidumbre de la violencia. Una violencia de la cual fue testigo primero como adolescente en su natal Medellín y luego por su trabajo como antropóloga con víctimas de masacres y los subsecuentes desplazamientos perpetrados por paramilitares. En ella, el «llanto se convierte en sílabas» citando uno de sus poemas. Son sílabas construyendo palabras confortantes pues hablan de los ciclos del día y la noche, de la sed y la sequía, de esos pasos sin huellas de la luz y la sombra. Es una poesía que pausada pero obstinadamente busca edificar un resguardo de la cruda intemperie del mundo. Son Palabras que «Construyen amor / Guardan pasado / Edifican casa / Brindan alimento / Anuncian abrazo / Unen cuerpos.»

La intemporalidad cíclica del mundo natural es, en gran parte, esencia de su poesía. Reflexiones sobre la naturaleza y sus elementos abundan en sus páginas. Son meditaciones de un callado pero sentido lirismo sobre el diario devenir. En 2006 apareció su poemario Naturalezas.

En polvo que es luz / está edad de las estrellas / En mar que es profundidad / historia de la vida / En fuego lo que ilumina / y se desvanece / En aire el aliento / En tierra / semilla y camino / En cielo / mirada / sueño. Espiral

Otros dos temas abordados por Gloria Posada son los de la territorialidad y de la mujer. En el primero de ellos se habla de límites y fronteras -otra de sus preocupaciones- pero también de mapas dibujados por los callados surcos de sangre, por el paso del agua sobre la tierra árida, de las nubes sobre el firmamento o simplemente las palmas de nuestras manos o de campesinos desplazados por la violencia tras incursiones paramilitares para que luego inversionistas y el gobierno colombiano pudiesen construir una represa. Estos temas de territorialidad y mapeo se hacen más conspicuos en su obra plástica pero advirtiendo que están asimismo en su poesía. Son temas que bien pueden ser producto de su trabajo como antropóloga en su país.

Erosión

Tiempo
orada suelos
y palabras
Polvo
desierto
silencio
sus residuos

Algunos preguntan:
¿Eso queda
entre superficie
cielo
aire y abismo?

Piensan
responden
caminan
señalan
dejan huellas
escriben signos
para que todo desaparezca
al detenerse
el corazón

Y el tema de la mujer y la historia o, mejor aún, de las mujeres en la historia fue abordado de lleno en uno de sus primeros libros, publicado en 1993, titulado Vosotras. Aparte de cierta ironía de distanciamiento en el título, es una colección de renombradas figuras femeninas históricas, míticas, literarias y hasta ficticias. Desde Juana de Arco a Circe y de Frida Kahlo a Blanca Nieves. En estos poemas su voz es más directa. Hay una conjugación de indignación y hasta denuncia. Por ejemplo, en Eréndida leemos: «Ellos preguntarán / por el lugar / de la desolación / Y señalarás el desierto / y como sinónimo / tu lecho.» Y en El poder de la cortesana: «Federico Guillermo I / Rey de Prusia / Ha intentado asesinarme / Hoy he escapado a su intención / de estrangularme. / Un día en que se conjuguen / el deseo de morirme / y su deseo de matarme / Será la fatalidad

Pensamiento conjugado
en Alejandra Pizarnik

Desde el alba
tu cuerpo está quieto esperando
los crepúsculos
Vengo a recoger
el rocío que pende de tu boca

Vengo a peinar
tus cabellos volcados en raíces
Has querido pequeña niña
pertenecer a los jardines

La tierra ha secado tu cuerpo
te han desangrado las rosas

Y hoy vengo a comer tu fruto
y su último aroma.

Y si hemos de buscar voces predecesoras en la versos de Gloria Posada, tal vez no sea desatinado resaltar, en su obra, ciertos vestigios de la poesía de Octavio Paz. «El cielo nos aplasta, / el agua nos sostiene. / Abro los ojos: / nacieron muchos árboles / hoy por la noche. / Esto que he visto y digo, / el sol, blanco, lo borra.» dice Paz en El día en Udaipur o esto en Viento entero: «El viento acaba de nacer / sin edad / como la luz y como el polvo / Molino de sonido.» Ambos poemas son del libro Ladera Este.

Tanto Paz como Posada celebran el milagro que es el mundo natural: «Un aleteo restaura el aire / Pájaros retornan / y en la noche / hacen del azul del cielo / un sueño» y asimismo «Todo se mueve en el árbol / y él permanece firme / invocando al cielo.» El primer ejemplo está tomado del poema Del aire a la tierra, mientras que el segundo es un fragmento de Sonido que cae.

Hay mucho de conciencia ecológica en ambas poesías. Los dos poetas parecen encarnar el espiritu espinozista del Dios panteísta del mundo natural. Y no olvidemos que mexicanos como Homero Aridjis, el mismo Octavio Paz, así como José Emilio Pacheco han sido los iniciadores del pensamiento poético ecológico en castellano. Hay que añadir ahora el nombre de Gloria Posada a esos otros tres gran nombres.

Es harto difícil hacerle justicia, en una breve nota, al trabajo tanto poético cómo plástico de esta artista quien lleva ya trabajando más de tres décadas. Y es que en ese trabajo se anida una inteligencia fina, filosófica y reveladora sobre la dialéctica del vivir: «El día del alumbramiento / engendra / sombra de la agonía.» Su poesía es esa amalgama de la reflexión del ser y la de su conciencia de transitorio y contingente. Un ser que al mismo tiempo le ha tocado habitar un mundo natural de una belleza apabullante. Leyéndola, nos percatamos que ella sabe cómo cantarle a esa belleza.

En palabras del poeta Jaime García Maffla «En Gloria Posada, para aceptación de la conciencia de ser, y de exégesis de nuestra estancia en el Ser: una cosa es aquello que se ve; otra aquello que se deja ver; otra aquello que se da a ver; otra aquello que no se da a ver, otra aquello que se dona a todo ver y, otra más, aquello que se abandona a un ser visto…»


Gloria Posada (Medellín, 1967) es antropóloga de la Universidad de Antioquia y maestra en Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado los poemarios Oficio Divino (1992), Vosotras (1993), La cicatriz del nacimiento (2000), Naturalezas (2006), Bajo el cielo – Antología poética 2011-1985” (2013) y su última antología Aire en luz (2017).

Imágenes: foto principal cortesía de Beatriz Munera. Y en orden de aparición en el artículo, Carta del cielo (1996). Obra participativa en la cual muchas personas en el mundo, enviaron un negativo del cielo de su ciudad para construir «un cielo de todos». La convocatoria se realizó en la ciudad alemana de Künstlerhauss dentro del programa Artistas en Residencia. Mapa (1989-2000). Fotografías de las palmas de las manos de campesinos desplazados por la violencia, de veredas del municipio de Sabanalarga, Antioquia. Reproductores de audio con testimonios de los campesinos. En los parlantes se emiten grabaciones de 1990 y 1991 que dan cuenta del pasado de la región, y de 1998 sobre la incursión paramilitar. En esa zona se construyó en años posteriores la represa Ituango-Pescadero. Página de El Magazín Dominical de El Espectador dedicada a algunos de sus poemas publicados en Vosotras. Y por último, portada de la antología Aire en luz (2017) publicada por El Centro de Arte Moderno de Madrid y Brown University. El dibujo es de la artista colombiana Johanna Calle.