Hay un término en inglés para designar a un estudiante industrioso, siempre consciente y alguien que nunca deja de acatar las reglas y normas de conducta establecidas: Swot. El problema es que es un vocablo algo despectivo como si en realidad fuese algo asociado con la falta de virtud


Acabo de leer un titular en el periódico sobre un grupo de niños que hackean los móviles de sus profesores para conseguir sus contraseñas y saber los exámenes y acceder a las notas y me acordé de que cuando no había internet en las casas y tocaba hacer los deberes buscando en enciclopedias, yo tenía un amigo del barrio que era hijo de mi profesora de ciencias y me pasaba las preguntas de los exámenes a cambio de que le hiciera los deberes. Yo le hacía las tareas, él era malo en todo lo conocido, pero yo nunca las miré.

…yo tenía un amigo del barrio que era hijo de mi profesora de ciencias y me pasaba las preguntas de los exámenes a cambio de que le hiciera los deberes. Yo le hacía las tareas, él era malo en todo lo conocido, pero yo nunca las miré.

Me daba pavor tener esa ventaja, me paralizaba tener delaten esas preguntas como si fueran el botón rojo que destruye una civilización entera. Yo era rara y quién no lo es en un momento de su vida, yo era tan rara que a los 13 o 14 años tenía escrúpulos y no pude disfrutar de la ventaja de sacar 10 y quedar como una reina. A cambio esperé paciente en segundo plano a que la educación obligatoria acabara y poder desaparecer en un mar de adultos sin importancia. Pero las tareas no era lo único que le hacía a Jairo, el hijo de mi profesora, también le escribía cartas de amor en secreto.

Mi vecina, Paula, me obligaba a escribirle cartas a ese muchacho larguirucho, desgarbado y sin gracia, a cambio de ser amiga mía, lo hacía en mis cuadernos del colegio y ella las transcribía en un papel rosa que luego perfumaba. Ese es el resumen de mi adolescencia: odiarme, odiar el cole y trabajar para otros, como la mayoría de los adultos que conozco.


Claudia Jaramillo es cofundadora y Editora Adjunta de Revista Perro Negro en Madrid. No sabemos si esté de acuerdo con su descripción, pero es madre, poeta, escritora y diseñadora. En ese orden